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Yo podría valer para político, porque tengo una labia y una mentira encima que...« Ésta frase la capté en una conversación de dos jóvenes, entre los 18 y 24 años, en el metro de Valencia y, la verdad, me impactó e invitó a reflexionar hacia ... dónde nos están llevando nuestros representantes públicos, qué tipo de sociedad les espera a nuestros hijos. Lo cierto es que ese oficio se denigra tanto que, para acceder a él, ya no se valora la vocación, el deseo de servicio y otras virtudes que en el pasado les caracterizaban sino que ascienden los sumisos y halagadores del jefe, aunque sean los más fuleros y tramposos. Lamentablemente, ya están ahí.
Si no, a ver cómo consiguió Pedro Sánchez la Presidencia del Gobierno. Primero, mediante una moción de censura basada en una falacia, un párrafo que después fue anulado por el Tribunal Supremo. Después, asegurando no aliarse con filoetarras e independentistas. Y una tercera, comprometiéndose a jamas aprobar la ley de amnistía. Todo mentiras. Su actuación recuerda a uno de los protagonistas de «El destino de Júpiter» encarnando a un personaje perverso «Las mentiras son necesarias. Son la fuente de la comprensión, de la fe y de la esperanza. Sinceramente, las mentiras son el único motivo por el que me levanto de la cama». Él ha demostrado cualidades lejanas a la inepcia. Al contrario, se ha mostrado como experto cómitre tanto de su organización como del españolito. Ha superado con creces su yincana política. Eso sí, sin importarle nada al margen de lo útil para mantenerse en la Moncloa. Aún así, debería tener en cuenta aquella afirmación en «Nadie en esta tierra» de Víctor del Árbol «lo que te quita la vida no es nada comparado con lo que te da, pero más vale que no te aferres a ello».
La imagen de los políticos se deteriora a la velocidad de las grandes competiciones de la Fórmula 1, como lo demuestran las encuestas que testan su valoración. Rara vez alguno de ellos alcanza el aprobado, dándose la paradoja que, en lugar de avergonzarles, insisten en sus conductas y, lo que es peor, acostumbran a los ciudadanos a determinados comportamientos intolerables para los de otros países a los que aspiramos a compararnos.
Lo expresan los españoles en las consultas demoscópicas. La profesión política se encuentra en una situación que debe cambiar. Sus protagonistas están obligados a realizar ese viraje que les haga acreedores de la confianza depositada en ellos porque hoy no resisten una comparación, cultural o ética con quienes protagonizaron la Transición y colaboraron en los primeros Gobiernos. Alguien decía, no recuerdo quién, algo parecido ¿cuándo 'coño' empezamos a empeorar? Así es la vida.
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