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La originalidad en política es un riesgo que suele afectar especialmente a quienes se incorporan a ella por primera vez. Le ha sucedido esta misma semana al portavoz de Vox y primer teniente alcalde del Ayuntamiento de Valencia, Juanma Badenas, al declarar en la 99. ... 9 Plaza Radio que «ser nazi no es un delito, ya que el pensamiento no delinque. Se debe dejar el derecho a la libertad ideológica», sin darse cuenta de que una afirmación de este tipo marca para siempre. Como dice mi amigo Rogelio «quiso ser original y la cagó». La originalidad te mata demasiadas veces.
Tiene razón en sus frases, pero la tribuna desde la que ahora imparte doctrina no es la cátedra de Derecho Penal, donde el pensamiento no es delito. Desde la política, sin embargo, la exposición es mucho mayor y la repercusión infinitamente más amplia. Aún más en su caso, al pertenecer al partido estigmatizado por el resto de las organizaciones y la mayoría de los medios de comunicación.
Badenas debe saber que todo lo que diga queda grabado para siempre, especialmente en los tiempos actuales donde la tecnología facilita el encuentro con el ciudadano. Hoy, basta con apretar el botón de Google, poner Badenas, y saltan de inmediato sus aseveraciones, con la referida en primer lugar. Ha sucedido con cierta frecuencia. Recuerdo a Alfonso Guerra tener que excusarse reiteradamente por haber llamado «tahúr del Mississipi» a Adolfo Suárez por no hablar de Pedro Sánchez con «no pactaré con separatistas ni con Bildu» o «traeré a Puigdemont para llevarlo ante la Justicia».
Es de sobra conocido, más para un catedrático, que si has de extenderte demasiado en una explicación para que se te entienda, lo normal es haber metido la pata. Como oí o leí en algún sitio, «es posible bailar sobre cristales rotos durante un tiempo, no para siempre».
Por lógica, hoy tocaba hablar del acuerdo de Sánchez con Puigdemont y de su fechoría contra el espíritu de la Transición, contra la Justicia, contra la Constitución. He preferido tratar otro aspecto menos grave. Aún así, me queda espacio para invitar a los lectores a la manifestación convocada para mañana en Valencia contra las intenciones de los separatistas y las cesiones de Sánchez. No nos engañemos, para el presidente en funciones es un paso más en su objetivo de desjarretar a la sociedad española. El sanchismo, más que un partido como se conoce ahora, quedará como el epónimo de nuestra degradación política. La protesta es el recurso que nos queda a quienes creemos en el Estado de Derecho. Allí nos vemos. Así es la vida.
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