Secciones
Servicios
Destacamos
La ineptitud del agua para el consumo humano, tanto para beber como para cocinar, en la comarca alicantina de Teulada-Moraira da motivos para la reflexión sobre los perjuicios que sólo padecen los habitantes y moradores ocasionales de la zona. Es evidente que el Centro ... de Salud Pública reaccionó con celeridad para advertir a las autoridades municipales, pero quizá no existió la misma actitud en quienes deben analizar permanentemente la calidad del líquido elemento y que no previeron su conversión en salobre por la intrusión marina en los pozos a causa de la sequía en los mismos. Más aún, institucionalmente se anunció que la Marina Alta no sufriría restricciones de agua este verano y no ha sido así, aunque algo de verdad hay en ello, porque agua hay pero inservible para ingerirla o cocinarla.
El aviso sanitario, según comentarios generalizados del lugar, se produjo después de atender a algún paciente. Tengamos en cuenta que el que la primera comunicación proviniera del Centro de Salud invita a pensar que quizá faltó ese control cotidiano, necesario siempre y especialmente en esta época del año cuando se triplica el número de habitantes.
Dicho esto, mi amigo Rogelio se rebela y subraya que el quebranto sufrido por los residentes debería ser compartido por alguien más, bien la Administración bien la empresa suministradora. Si los consumidores están pagando recibos por el servicio de agua potable, ¿deberían rebajarse las facturas al ofrecer una de peor calidad? Pensándolo bien, puede que tenga razón, aunque no se vislumbra ninguna noticia al respecto. De ahí que me venga a la memoria aquella frase de uno de los protagonistas de Mc Mafia: «Cuando la razón se enfrenta a la fuerza, siempre gana la fuerza».
A propósito de este incidente, Rogelio aprovecha la ocasión para denunciar, según él, otra anomalía similar. Se refiere al Real Decreto que desde marzo de 2018 estableció la obligatoriedad de los establecimientos a cobrar las bolsas de plástico. Y dice: «Si me cobran la bolsa, que me la den sin publicidad de su comercio porque la publicidad se paga». Si nos ponemos a pensar en las arbitrariedades, si se puede denominarlas así, que nos imponen, me enrabieto. ¿Por qué tenemos que sufrir muchos de los inconvenientes nada fútiles que nos impuso la pandemia, como las citas previas o los horarios limitados en los bancos?
El irrestricto poder de los potentados me recuerda la sentencia de Francisco de Quevedo en El Buscón: «Quien no hurta, no vive». Así es la vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.