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Voy comprendiendo día a día por qué Susana Camarero protagonizó su, en mi opinión entonces, salto atrás -reconozco mi sorpresa- aceptando la invitación de Carlos Mazón para incorporarse a su Gobierno cuando todo indicaba que su etapa política había entrado ya en un periodo senescente. ... Digo un paso atrás por llamar de alguna manera a su regreso a la vida pública después de abandonarla por una actividad en la empresa privada, la consultora LLYC), para dirigir su División de Asuntos Públicos. La realidad ha evidenciado un gran brinco hacia adelante.
La actual vicepresidenta segunda y consellera de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda va agrandando su figura, por encargo personal del presidente, asumiendo responsabilidades ajenas a su cargo y consideradas en el argot político 'marrones' detalladamente relatadas ayer por Burguera en LAS PROVINCIAS -signos de identidad, sustituta de Ruth Merino con sindicatos y temas de Hacienda...- en una demostración clara de hallarse en un periodo de madurez propio de su vasto currículum y que le hace salir airosa de todo ello. Debo señalar también que el relevo de Vicente Barrera (Vox) en su interpelación por los signos de identidad, ha contado con la colaboración del interpelado, al que adornan la ponderación y la mesura. No sucede así en otros gobiernos de coalición en los que el PP se encuentra con personajes más complicados.
Camarero no sólo ha vuelto a la política desde la empresa privada, circunstancia poco habitual, sino que lo ha decidido después de haber sido casi todo en ella: diputada autonómica y nacional, senadora, secretaria de Estado, secretaria general de PP en Valencia... Eso sí, siempre relacionada con las políticas sociales.
Este fichaje ha demostrado la pericia política de Carlos Mazón, quien ha depositado en ella una confianza plena para sacar adelante asuntos polémicos. Como me afirmaba ayer mi amigo Rogelio «es que Susana se encuentra en un momento en el que se concentran la experiencia, la madurancia, la sensatez, el conocimiento y el buen juicio», en fin, lo que en términos deportivos y taurinos se denomina «momento cumbre» y así se exhibe en sus comparecencias en las que no da puntada sin hilo y, además de defender sus tesis, aprovecha para golpear a la oposición donde más duele.
La realidad ha aclarado las razones de Mazón para atraerla. La principal, parece clara: conocía perfectamente sus cualidades. En ella se cumple aquel axioma popular «la veteranía es un grado» o aquel otro de mis tiempos, «lleva mucha mili» y la vicepresidenta segunda hace gala de ellos a pesar de su envidiable juventud. Así es la vida.
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