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Textual: «¿por qué aliviaron la presa de Forata y no avisaron, amigo Iñaki? ¿Costaba tanto una llamada telefónica? ¿Cumplieron el protocolo de que media hora ... antes de aliviar la presa, tenían que avisar? Cuatro muertos en Algemesí pagaron ese silencio y muchos bienes podrían haberse salvado. ¿Están tranquilos en su conciencia los responsables? ¿Por qué desde la Delegación del Gobierno, conforme se comprometieron por la mañana ante el alcalde de Algemesí, no le llamaron incumpliendo así lo que le habían dicho? Todo un conjunto de despropósitos acumulados sobre la falta de profesionalidad de los irresponsables de turno. Amigo Iñaki: Es todo muy lamentable y doloroso».
Estas preguntas entre la frustración y el lamento, enviadas el jueves por una persona más que apreciada y afectada por la dana, me llegaron al alma. Son interrogantes tan simples y a la vez tan acusatorias que requerirían ya una respuesta no sólo a los damnificados sino a la sociedad entera. No las dan ni desgraciadamente las darán por ahora. Sin embargo estoy convencido, así lo espero, aunque les pese, las tendrán que dar ante los tribunales. La verdad se impone y, como leí en 'La rebelión de los buenos', «la verdad es sanadora».
El problema no está en que se aliviara el embalse sino en el silencio con que se realizó. Como se plasmo aquellos días en LAS PROVINCIAS, «Forata salvó la Ribera. Como pasara hace 42 años con Tous, el foco de atención aquel 29 de octubre de infausto recuerdo fue el pantano de Forata, situado en Yátova, aguas arriba del Magro, Las excepcionales lluvias ocurridas en la cuenca de este río, con precipitaciones constantes y torrenciales en puntos donde los cauces naturales pronto tuvieron un nivel freático tan elevado que ya no podían absorber más agua, crearon una entrada de caudales a la presa que muy pronto empezó a preocupar. De hecho, a las 12.20 horas la CHJ ya declara el aviso hidrológico y Emergencias de la Generalitat manda la primera alerta...».
Al rememorar estas líneas, previa consulta de la hemeroteca, tenemos a dos administraciones implicadas: la central de la que depende la CHJ y Emergencia subordinada de la autonómica. Ni la una ni la otra tuvieron en cuenta las interrogantes de mi amigo. Más aún, ni siquiera cumplieron, según su versión, el compromiso adquirido de advertir de la apertura de compuertas. ¿Es o no motivo para indignarse y encorajinarse?
Mi amigo ya ha padecido secuelas de ese estrés originado por la frustración, el sufrimiento y los efectos de la tragedia, «un producto de las emociones vividas». Al parecer, vendrán más afectados por este tártago, según los expertos médicos. Así es la vida.
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