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Sólo un socarrón de aguzado ingenio, mejor si es gallego, puede hablar con mordaz crítica e ingenioso tono durante veinte minutos de otra persona sin citar su nombre y que todo el auditorio entienda a quién se refiere. Eso es lo que hizo Mariano Rajoy ... con Pedro Sánchez, a quien dirigió una reprobación contundente, sin vituperio, en las Jornadas sobre 'Memoria y legado de la Transición' organizadas por la Universidad Cardenal Herrera.
El orador -en plena forma ,por cierto- elogió la Transición porque posibilitó el paso de la Dictadura a la democracia liberal a semejanza de los países europeos. La voluntad de acuerdo entre las fuerzas políticas y la sociedad constituyeron las bases para la aprobación de la Constitución. Ésos son los dos grandes legados de la Transición, con la consecuencia de la reconciliación de las dos Españas desde la convicción de que era para siempre.
Tras las loas, llegó el latigazo porque «lo que construimos entre todos, algunos quieren romperlo», y citando a Vargas Llosa «el populismo es el mayor enemigo de las democracias», y en lugar de nombrar a Pedro Sánchez y sus socios, expuso su opinión sobre la esencia del populismo: «se presenta como salvador del pueblo, utiliza el adanismo cuestionando todo lo anterior, se atribuye el monopolio de la verdad, busca un enemigo, promete un mundo feliz, falta de respeto a la Ley... sosteniendo que la democracia está por encima de la Ley, cuando la verdad es que sin Ley no es posible la democracia». Nadie dudó a quién y a quiénes se refería.
No se escondió para afirmar que el legado de la Transición está en peligro. No se respeta la Constitución y se niega el acuerdo, «como se me negó a mí tras las elecciones de 2015 dando paso de la socialdemocracia al Frankenstein. De ahí ha venido todo. El PSOE se contagió del Frankenstein y rompió con la Transición y la política de acuerdos».
Como receta para la superación del momento actual, recomendó la vuelta al acuerdo y todos -partidos, medios de comunicación, sociedad civil...- trabajar para fortalecer los principios de la democracia: imperio de la ley, separación de poderes, control a los gobernante y diálogo «cuando no se guardan las formas, se fractura la convivencia. Y soy optimista porque no creo que sea de utilidad ser otra cosa».
A modo de cotilleo, decir que Rajoy es más taquillero que Aznar y me sorprendió la frialdad del PSPV con Joan Lerma, a quien apenas arroparon un par de representantes de segundo y tercer nivel. Enhorabuena a la Universidad CEU Cardenal Herrera por la oportunidad de las Jornadas. Así es la vida.
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