Los valencianos hemos sido incapaces de rebelarnos ante situaciones discriminatorias e injustas. Quizá por componer una sociedad insolidaria consigo misma, el conocido meninfotisme, factor que propicia el individualismo y, en consecuencia, impide la congregación colectiva y la fuerza que de ella se deriva. Eso y ... la idea mesetaria del «Levante feliz» -los valencianos se las apañan sólos- propician la relegación de nuestras reivindicaciones y necesidades. Los retrasos en la construcción de la autovía con Madrid y la llegada del AVE, la derogación del trasvase del Ebro, la infrafinanciación componen, entre otros muchos, ejemplos claros. A pesar de ello, ni la voz ni los hechos han comprometido seriamente al Gobierno central ni a las Comunidades que nos afrentan.
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Esta reflexión vino provocada por un suceso, de menor importancia que los referidos, vivido por mi amigo Rogelio en la tranquilidad marítima de Moraira. Ante la ineptitud del agua para beber y cocinar, el Ayuntamiento puso en marcha una medida plausible: el reparto una vez por semana de cuatro bombonas de cinco o seis litros de agua potable para aquel que demuestre la residencia mediante una factura del consumo hídrico. La sorpresa de mi amigo fue contemplar cómo una persona rechazaba la oferta al descubrir que los bidones procedían de una empresa catalana, Font Vella.
El comentario fue inevitable, «algo de razón, o mucha, tiene. ¿Por qué se facilita los beneficios para una entidad de una región que no demuestra ningún cariño hacia lo nuestro, existiendo en la Comunidad Valenciana, además, numerosas firmas en ese mismo sector con iguales o mejores hontanares como Bejís, Cortés, Fuencisla, Benassal, La Serrata...?». De ahí ya pasamos al recuerdo de que fue precisamente el Gobierno de Cataluña el que exigió la derogación del trasvase del Ebro provocándonos un importante tártago. «A pesar de ello, la Generalitat valenciana mostró en febrero su disposición y solidaridad para transportar barcos de la potabilizadora de Sagunto y así paliar la sequía en aquella región. Y nos pareció bien».
Aplaudo la decisión de repartir bombonas demostrando sensibilidad hacia sus habitantes, pero quizá debió tener igual sensibilidad a la hora de favorecer lo nuestro. No es que esté totalmente de acuerdo, pero todo esto me recuerda aquella frase de la emperatriz Julia, de Santiago Posteguillo, «hay ciertos asuntos donde la clemencia es debilidad y la debilidad, estupidez».
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La Marina se encuentra en situación preocupante. No llueve y los acuíferos se salinizan. Sin embargo, existen 37.890 piscinas en la comarca, según el Instituto Nacional de Estadística y Catastro. Sólo en Jávea 9.235, en Denia 5.102 y en Teulada-Moraira 4.832.
Mi deseo ferviente de que acabe pronto esta especie de némesis que afecta a una zona tan querida. Así es la vida.
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