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Acierta Vicente Ordaz, presidente de À Punt -aún desconocida para una parte de nuestra sociedad- en su propósito de llegar a mayor número de telespectadores, ... para lo que es imprescindible incrementar el porcentaje del castellano en la programación, y lograr un mayor arraigo y cercanía con los valencianos como reflejo real de lo que es nuestra sociedad.
Su exposición ante Les Corts no pudo ser más atinada. No tiene sentido la existencia de un medio público si no resulta atractivo para quienes está emitiendo. El 2,6% alcanzado en 2024, el menor de todas las autonómicas, resulta extremadamente corto. Significa un fracaso respecto a los principios de servicio público marcados en su fundación. Como escribió en LAS PROVINCIAS mi querido Borja Rodríguez, «los datos de audiencia resultantes de la programación serán los que justifiquen las decisiones de sus responsables. Un medio de comunicación sirve para que tenga oyentes, lectores o televidentes», refiriendo en defensa de la emisión parcial en castellano lo que sucede en la televisión pública vasca, que emite por cuatro canales y el de mayor éxito es el de la lengua de Cervantes, la de todos los españoles.
Por ello, estoy en desacuerdo con mi admirado y amigo Xuso Civera cuando reivindicaba en este periódico el valenciano como esencia de À Punt, «la reconstrucción de la razón identitaria, condición necesaria para obtener cada vez más peso y ganar fortaleza en el discutido panorama político español, pasa más que nunca por la extensión del uso del valenciano». Puedo estar de acuerdo con que «la lengua otorga singularidad» y no tanto con que «la singularidad es uno de los gérmenes del respeto, de la consideración y nutriente de la diferencia. Y sin respeto ni diferencia no cuentas, ni contrarrestas poder».
No, respetado amigo, la lengua no es lo que te da respeto e influencia. Son la sociedad y sus líderes. Mira Andalucía, Castilla-La Mancha o Madrid. Hablan, influyen y se les escucha más. Nosotros no estamos en la batalla independentista como otros, obsesionados por la eliminación del idioma que nos une, y siguiendo la directriz de Pau de la Riva, «si a una persona le cambias la lengua, le cambias el alma».
Vicente, tienes ante ti un reto para valientes: devolver a la televisión valenciana al lugar que ocupó. Es imprescindible para ello un cambio en las líneas imperantes en los últimos tiempos. Y abandonar el sectarismo ideológico. El incremento del castellano no significa en absoluto la desaparición ni el menos precio del valenciano.
¡Ah! Un gran aplauso por levantar el veto a los toros, una de las esencias identitarias de la pintura, literatura, teatro, poesía y escultura españolas. Así es la vida.
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