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Pedro Sánchez ha bajado su pulgar contra José Luis Ábalos, como los emperadores romanos, para salvarse él, a su secretario de organización, Santos Cerdán, a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, a los ministros del Interior ¡otra vez! Fernando Grande Marlaska, y de Política Territorial ... y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, objetivo que el tiempo y la Justicia dictarán si lo consigue. Aunque son demasiados. Ello gracias a uno de los mayores escándalos, visto desde el punto de vista moral, como el de las comisiones de las mascarillas, un aprovechamiento ilegal en tiempo de especial gravedad para los españoles, la pandemia del Covid-19.
No seré yo quien juzgue a los arriba citados, entre otras cosas porque desconozco si eran conscientes del pelotazo, si desconocían la operación o si fueron obligados por el partido. Lo cierto es que el tal Koldo García aparece como el promotor de una trama que, cual mancha de aceite, se extiende en primer lugar a quien otorgó la máxima confianza el entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos, hasta situarlo como consejero de Puertos del Estado y Renfe. Eso sí, por obra y gracia de Santos Cerdán de quien, según todas las informaciones, partió la recomendación. Su mérito, el de Koldo, ser portero de un puticlub.
Ante semejante escenario, mi amigo Rogelio me pregunta ¿por qué esa querencia del PSOE hacia las putas y la coca? y me recuerda las orgías de Luis Roldán cuando era director general de la Guardia Civil, los gastos en cocaína de algunos personajes del caso de los ERE de Andalucía, los burdeles de Marbella de los implicados en el 'Caso Astapa', el caso de corrupción en el Ayuntamiento de Estepona durante el gobierno socialista de Antonio Barrientos a primeros de este siglo, las fiestas con el mismo material de Juan Bernardo Fuentes, conocido como el 'Tito Berni', y ahora el de Koldo aunque, en honor a la verdad, su empleo no tiene por qué suponer nada como lo referido en estos casos y otros porque, haberlos hay más en las hemerotecas.
Todo indica que Ábalos va a ser la víctima propiciatoria, con la razón o sin ella, de un asunto que hiede, a no ser que su actual rebelión, a la hora de entregar estas líneas, esté consolidada en pruebas desconocidas por nosotros y que a Pedro Sánchez le lleven a reflexionar ante riesgos mayores. Porque nada sabemos de las cuarenta maletas de la vicepresidenta venezolana, ni de la relación sospechosa con Marruecos, ni de la destitución como ministro, ni de tantas cosas que, como es habitual, suceden en la vida política y de un partido. Por menos, en mi opinión, cayó Rajoy. ¿Se salvará Sánchez? Así es la vida.
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