Hay noticias impactantes que nos atañen directamente más allá de las guerras, de Cataluña o de los sucesos. Así lo explicaba mi amigo Rogelio al leer que España bate el récord en Europa de jóvenes que ni estudian ni trabajan -'ni-ni'- alcanzando el 12, ... 3 por ciento, más de un punto sobre la media de la Unión Europea. Y lo que es peor, con un desempleo juvenil del 26,5, el doble de la UE, cifras que afectan muy especialmente a las mujeres y que requieren una reflexión profunda sobre la solución y sobre las consecuencias que medidas actuales del Gobierno socialista-comunista pueden acarrear de cara al futuro.
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Es evidente que estas cifras publicadas por El Economista son alarmantes de cara a la creación de empleos decentes y a la inclusión de los jóvenes en el mercado laboral, obligando a preguntar sobre la eficacia de las políticas educativas y laborales actuales. Lo cierto es que requieren con urgencia soluciones, porque el problema no solo radica en la falta de oportunidades laborales, sino también en la falta de adecuación entre la formación y las demandas del mercado.
La enorme complejidad de esta situación requiere, en mi opinión, una amplia relación de medidas. Entre otras muchas que el Gobierno debe buscar y facilitar, me vienen a la cabeza el estudio de cuáles son los sectores sociales de mayor incidencia de los 'ni-ni', la colaboración entre empresas, instituciones educativas y organismos gubernamentales, programas de formación profesional acordes con la demanda de empleo o exenciones fiscales para las empresas que contraten desempleados.
Al parecer, los jóvenes en situación de vulnerabilidad provienen, a menudo, de familias desestructuradas donde se enfrentan no solo a la pobreza económica, sino también a la intelectual y moral, lo que dificulta la capacidad de encontrar trabajo. De ahí que convenga reflexionar sobre si las ayudas económicas proporcionadas por el Estado pueden ser un salvavidas temporal, permitiéndoles satisfacer necesidades básicas, o si, sin embargo, perpetúan la dependencia y desincentivan la búsqueda activa de empleo. Entonces, podría convenir que, en lugar de simplemente ofrecer subsidios, es fundamental diseñar un sistema que combine apoyo financiero con programas de formación y oportunidades laborales efectivas.
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Dudo que tenga eficacia la idea de Rogelio de favorecer a los jóvenes, a partir de determinada edad, la salida de la casa familiar. Tengo claro, eso sí, que la solución de tan grave escenario corresponde en primer lugar a Pedro Sánchez, al que lamentablemente veo más ocupado en otros menesteres. Así es la vida.
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