Secciones
Servicios
Destacamos
La verdad es que Pedro Sánchez no me decepcionó con su ausencia en la Misa funeral por las víctimas de la DANA. Ni estaba ni se le esperaba, al menos por mi parte. Nada hacía presagiar que hubiera cambiado su cobardía para enfrentarse con la ... lógica rabia de los damnificados demostrada en su visita a Paiporta con los Reyes. Ni siquiera se atrevió a delegar en Grande Marlaska ¡otro que tal baila! o en la fugada a Bruselas, ministra del ramo el día de la tragedia, Teresa Ribera.
Desconozco si a 'su sanchidad' -Herrera dixit- se le pasó por la imaginación concederles la representación gubernamental, ni si ellos se negaron a su imagen y semejanza. Lo cierto es que a la catedral de Valencia llegaron tres ministros componiendo una delegación de mínimos.
Causa pudor leer la excusa del presidente, «no es un funeral de Estado». Como si compartir el dolor con miles de familias españolas, solidarizarse con ellas, mostrar sensibilidad hacia ellas en su tragedia y homenajear a 222 fallecidos no fuera motivo suficiente para salir de la Moncloa, llegar en Falcon y helicóptero como acostumbra, y participar de la general aflicción que nos invade a todas las personas de bien. No, se limitó a contemplar la escena desde la veranda monclovita. No vino porque en sus cálculos pesaba más inhibirse que soportar la razonable ira de los perjudicados.
Digo razonable porque, como dijo Gandhi a Falacci, «los demás escuchan cuando se exagera» y porque el comportamiento de las Administraciones el día de la devastación dejó mucho que desear, venido a más por la conducta del Gobierno central que parece justificarse con la concesión de algunas ayudas a fondo perdido y con préstamos a devolver, con o sin intereses. Sin percibir que, además de dinero, necesitan abrazos.
Por contra, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, intenta reconvertir las deficiencias de la jornada de autos -aun no entiendo y nadie me lo sabe explicar por qué no pidió la emergencia y el correspondiente traslado al Gobierno- demostrando empatía con las familias de l'Horta Sud. Él sí se mantuvo al pie del cañón, aquel 3 de noviembre junto a Felipe VI y Letizia, y asistió el lunes al funeral.
Los Reyes dieron de nuevo una lección a Sánchez a pesar de que con ello se arriesguen a aumentar el odio hacia ellos que, según comentario general, le caracteriza. No sé cuál es el límite de su frialdad ante los demás, pero a veces parece no tener empacho en excretarse en todos nosotros, al menos en los disidentes de su pensamiento. Debe regirse por aquel apotegma de 'Nadie en esta tierra', «nunca hagas un favor a menos que sea una inversión ventajosa». Así es la vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.