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El caso Erial, por el que se juzgará al expresidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, entre otros muchos, mantiene su caudal de efectos colaterales. Esta vez en la estructura de la mismísima sección cuarta de la Audiencia Provincial en la sustitución de uno de los ... integrantes de la misma, José Manuel Megía, por Cristina Badenes, que asumirá además la labor de ponente de la sentencia que se derive de la vista de la causa, cuyo inicio está fijado en enero del próximo año.
Lo digo por esa especie de repelús que ese puesto ha provocado en muchos de quienes podían haber aspirado a él, según el comentario recogido por mi amigo Rogelio entre miembros de la carrera judicial. Al parecer, una buena parte ellos ha eludido aspirar a la plaza que, por escalafón, podían haber obtenido y en consecuencia hubieran tenido como primera labor la elaboración de una sentencia de enorme trabajo y trascendencia para presentarla y defenderla ante los otros dos magistrados de mayor experiencia y currículum que componen esa sección cuarta, presidida por Pedro Castellano.
Ese lema 'que pase el siguiente' ha derivado en que sea Cristina Badenes la que recoja el toro. Y todo porque, como se recordara, José Manuel Megía decidió dimitir e irse a un Juzgado penal, de menor rango profesional, después de la recusación presentada por el abogado de Vicente Cotino, Vicente Grima, a pesar de haber sido rechazada.
Eduardo Zaplana sigue de actualidad. Por una cosa o por otra, los políticos y los medios de comunicación cultivan y atribuyen una 'larga mano' como reconocimiento a haber sido el presidente de la Generalitat que, como tal, más peso y poso ha dejado, hasta el punto que, como El Cid, distribuye poder e influencia después de salir de la vida pública valenciana.La última demostración de lo que digo se comprueba en el influjo atribuido en Carlos Mazón a la hora de formar el Consell y el organigrama de toda la Administración autonómica a pesar de que, en opinión de mi amigo Rogelio, el expresidente ha estado al margen. Y le creo tras hacerme la siguiente pregunta ¿de quién iba a echar mano Mazón si no es de las personas que conoció cuando gestionó las dos direcciones generales en tiempos de Zaplana, a cuyo círculo pertenecía en su doble condición, la de político y la de alicantino? No se engañen quienes defienden lo contrario, el nuevo Molt Honorable tiene personalidad propia, como así demuestra desde su acceso al Palau. Si no que se lo pregunten a los consellers que han tenido que dejar sus escaños en Les Corts, por poner un ejemplo muy significativo respecto a las costumbres vigentes hasta ahora.
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