Urge un sistema de financiación

¿Que Cataluña facilite un acuerdo para restablecer un sistema de financiación justo, cuando es el Gobierno catalán el que ni siquiera asiste a las reuniones del Consejo de Política Fiscal y Financiera? Ésta fue la pregunta de mi amigo Rogelio tras comentar la declaración. Poca ayuda podemos esperar de nuestros vecinos del norte, cuya tradicional actitud ha estado basada en el egoísmo y la soberbia sobre los problemas del resto de España.

No, la solución sólo puede llegar con el pacto referido al comienzo y que los Gobiernos autonómicos bien financiados entiendan que la justicia debe imponerse a los intereses políticos. Comprender que es imposible un acuerdo si no se está en disposición de ceder privilegios por parte de quienes disfrutan de un buen modelo a quienes están infrafinanciados como nuestra Comunitat. Han de comprender la racionalidad de que esa financiación debe basarse en el número de habitantes y no en el de la extensión geográfica o la media de edad, aunque éstas sean razones a tener en cuenta, matices con los que evidentemente habrá que contar.

Lo cierto es que la cobertura de la deficiente financiación a través del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) no es la solución, porque se trata de una línea de crédito y, por tanto, una deuda con intereses, no un derecho a recibir esas cantidades con destino a la Sanidad, Educación y Servicios Sociales. A nuestra Comunidad, también a otras, le urge un sistema justo.

Vista la ineficacia de nuestros gobernantes en este tema, me vienen a la memoria las palabras de uno de los personajes de 'El escaño de Satanás' de Esteban González Pons -por cierto, cada día lo veo con menos protagonismo dentro del círculo estrecho de Núñez Feijóo sin que se conozca la explicación-, «los políticos estamos para que haya alguien llenando el cargo, no para solucionar nada. Somos el relleno institucional. España funcionaría igual de mal sin políticos, pero no lo sabe». Ojalá semejante idea no sea la que rija en nuestros dirigentes. Hasta ahora, es verdad, no se han empeñado en demostrar lo contrario. Así es la vida.