Putin, el cinismo y Zapatero
INOCENCIO F. ARIAS, DIPLOMÁTICO
Lunes, 19 de agosto 2024, 23:20
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INOCENCIO F. ARIAS, DIPLOMÁTICO
Lunes, 19 de agosto 2024, 23:20
Ucrania ha lanzado sorpresivamente una ofensiva en territorio ruso que ha captado los titulares mundiales : es la primera vez desde la II Guerra Mundial que ... un enemigo hace una incursión militar dentro de Rusia.
Ucrania se ha apoderado de una pequeña franja de territorio, ha hecho prisioneros que le resultaran útiles en cualquier negociación y ha puesto en evidencia al ejército de Putin tanto en su servicio de inteligencia que no detectó el ataque como en la capacidad de resistencia de sus soldados que en gran medida se rindieron o huyeron.
Tan noticioso como el hecho en sí es la presentación del mismo que ha hecho el Kremlin. Putin muestra de nuevo que es un catedrático excelso del cinismo.
El autócrata que ha desencadenado una guerra imperialista en el siglo XXI que ha debido causar más de medio millón de muertos y que ha tenido la 'jeta' de calificarla de operación militar exterior, que ha invadido un país soberano, ahora se rasga las vestiduras tildando al avance ucraniano de acto terrorista que será castigado. Es decir que el autócrata ruso vende que su agresión a sus vecinos es un acto legítimo amparado por la ley internacional mientras que la respuesta defensiva del país invadido es terrorismo. En su santa y fingida indignación se sulfura argumentando además que los ucranianos en su réplica han utilizado armamento proporcionado por los occidentales.
En otras palabras, Ucrania debe resignarse a que sus instalaciones militares, sus centrales eléctricas y hasta algún hospital sean implacablemente bombardeados desde zonas rusas pero si intenta atacar esas zonas con proyectiles proporcionados por Estados Unidos, Gran Bretaña o Polonia está cometiendo un acto inaceptable, casi criminal. Es decir, yo juego con mis once jugadores y utilizo todas las tretas imaginables pero el equipo de usted se defiende con un portero que tiene una mano atada a la espalda y dos delanteros que deben jugar descalzos.
Esta narración hipócrita es engullida por no pocos países del Tercer Mundo, por algunos de los sospechosos habituales, Irán, Nicaragua, Cuba, Corea del Norte y en algún caso hasta por China y por supuesto, aparentemente, por una mayoría de la población rusa que da la impresión de que está dispuesta a justificar que el veto a la participación rusa en los europeos de fútbol o en la Olimpiada, algo que tiene que lamentar porque ellos acostumbran a hacer un gran acopio de medallas, es debida no a la «operación especial» en Ucrania, donde han muerto miles de jóvenes rusos, sino a la perfidia de Occidente y de los países fronterizos de Rusia que desde hace siglos tienen una única obsesión exterior: que Rusia no prospere. Es un victimismo ancestral en estado puro que Putin ha sabido mantener en su población. Un país en el que una cría de 13 años al mostrar su disconformidad con la guerra en Ucrania es enviada a un reformatorio y su padre encarcelado. El lavado de cerebro colectivo es tal que muchos vecinos los considerarán traidores. Por ello y el miedo callan.
La guerra de Ucrania no tiene un claro fin porque Putin, al que no importa que le maten otros centenares de miles de soldados, no puede perderla y Ucrania difícilmente puede aceptar abandonar no solo Crimea sino una quinta parte de su territorio como pretende el gobierno ruso. A nuestra beatifica izquierda tan comprensiva de lo que hace Putin yo le preguntaría cuál sería su reacción si Estados Unidos o una neo-napoleónica Francia se aposentaran en una quinta parte de España.
Ya que hablamos de la izquierda y del cinismo mencionemos al inefable Zapatero y su atronador silencio en Venezuela. Han transcurrido tres semanas, no tres días, desde las elecciones a las que fue en plan figura como observador. Gran parte de la comunidad internacional, si prescindimos de los sospechosos habituales y del ínclito demagogo izquierdófilo Lopez Obrador, se muestra convencida de que el fraude electoral, el pucherazo, es el mayor de la historia cometido en un país no conocido como comunista y , sin embargo, nuestro ex presidente no dice ni pío.
Aclararé que yo no creo que Zapatero se esté forrando en Venezuela. Lo tratarán a cuerpo de rey porque es el «blanqueador en jefe» de un régimen corrupto política y económicamente pero no está allí haciendo caja. Sus motivaciones son otras : su adanismo, el meterse a redentor, a mediador -quiero recordar, no se rían, que se ofreció a mediar entre Estados Unidos y Francia en la época de Bush-, el ansia de estar en la pomada de cualquier situación que haga titulares es en él mucho más fuerte que la visión de los dólares. Mucho más.
Dicho esto, no se entiende que permanezca silencioso ante un evento que está en la prensa mundial y en que él ha sido observador privilegiado a diferencia de González Pons, todo un vicepresidente del Parlamento Europeo y de Cayetana, a los que se impidió alevosamente que entraran en el país por ser testigos incómodos. ¿ Está Zapatero convencido de la legitimidad del resultado en realidad cocinado por Maduro y sus secuaces ? ¿Ha comprobado claramente que es una farsa mayúscula y no se atreve a echarle caca a un régimen al que se ha empleado en limpiar la cara durante años ?
Su mutismo es sospechoso y se presta a bastantes interpretaciones, incluso las económicas que repito no comparto. Pero al menos sí tengo una conclusión: esas credenciales democráticas que él se arroga y de las que ha alardeado el palmero de nuestro ministro de Exteriores son bastante cuestionables. ¿Cómo puede una persona que se considere verdaderamente democrática no pronunciarse sobre un acontecimiento tan serio como lo que está ocurriendo en Venezuela, robo electoral, represión, detención de menores, asesinatos de un puñado de personas y el mantenimiento de una situación que empujará al exilio a más de otro millón de personas? Pensar que la salida del país de una cuarta parte de la población (ocho millones de personas) es debida fundamentalmente al embargo de Estados Unidos es una frase idiota, estulta, la pronuncie Zapatero, Monedero o el podemita del momento.
Y otra pregunta del millón: ¿Permanecería Zapatero silencioso si tropelías similares o incluso algo inferiores a las que hace Maduro las cometiera un gobierno iberoamericano de derechas? ¿Sería aplaudido por el ministro de Exteriores o por otro monaguillo del sanchismo? Ciertamente no.
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