Incertidumbres
La palabra se ha acomodado en todos los ámbitos del día a día, instalándonos en una economía de 'esperar y ver'
Competición. Con el calendario marcando el final del primer semestre del año una ya puede ir esbozando cuáles podrían ser las candidatas a palabras ... del año y tomar el relevo de dana (2024) o polarización (2023). Algunas voces apuntan que agéntico en el campo de la tecnología -hace referencia a inteligencias artificiales (IA) diseñadas para actuar como agentes autónomos- o imperio -una sugerencia del periodista Enric Juliana- en referencia al papel activo en la política que tiene Estados Unidos este año. Visto cómo avanza el tema de los aranceles -si no hay novedad (con Trump todo es posible), este miércoles se duplicarán para el acero y el aluminio- habría que añadir una nueva palabra a esa competición: incertidumbre. Porque llevamos en esta espiral de 'ahora sí, ahora no, ahora me lo pienso' desde el pasado 2 de abril, el etiquetado por el presidente estadounidense como 'Día de la liberación', lo que hace que a las guerras en Ucrania e Israel se sume la política arancelaria de Trump como principal incertidumbre económica mundial.
Extensión. Pero no sólo en lo económico, sino en todos los ámbitos. Lo remarcaba esta misma semana el presidente y fundador de GAD3, Narciso Michavila, cuando desgranaba los indicadores del tercer barómetro empresarial de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), realizado en colaboración con el IVIE. La incertidumbre es uno de los componentes que se han colado en esta edición, «tanto de tipo geopolítico como tecnológica [en referencia a los apagones], infraestructuras que se caen... También hay incertidumbre medioambiental», apuntaba Michavila. Porque ahora los empresarios están muy determinados «por el contexto de incertidumbre», añadía Sara Morais, directora general de GAD3, en esa misma presentación.
Enemigos. Porque la confianza es esencial para la toma de decisiones de los consumidores y de las empresas. Frente a ella, la incertidumbre es el peor enemigo de la confianza y, por tanto, de la economía. Ante la incertidumbre, tanto los consumidores como las empresas son más cautos en sus decisiones de gasto o de inversión. En el primer caso, por ejemplo, las familias son más reticentes a realizar gastos no estrictamente necesarios -léase ocio o vacaciones (este año, además, más caras)- y posponen compras (es decir, inversiones) como las de un coche, un electrodoméstico e, incluso, esa deseada reforma del baño o la cocina. Por su parte, ante una situación de elevada incertidumbre las empresas aplazan, o incluso cancelan, proyectos, inversiones o contrataciones hasta que esa inestabilidad disminuya. Como señalan algunos expertos, hemos entrado en una economía de 'esperar y ver' ('wait and see'), donde muchas decisiones se congelan hasta que se despejen las actuales incertidumbres. Un dato más: el aumento del ahorro de los hogares españoles, que pasó de 5.800 euros por hogar en 2023 a más de 7.000 euros en 2024. Cierto que en esa bolsa influyen variables como los salarios, las prestaciones, los intereses, etc., pero también el actual contexto. Una situación que, además, en el caso de la Comunitat lleva otro peso en la mochila: la gestión política de la dana y su impacto en la imagen de la región. Como apuntaba este domingo el empresario Federico Félix en una entrevista en este periódico: «Cualquier sociedad, y la valenciana por supuesto ahora, necesita un liderazgo claro. Y no lo veo», además de ver «desgaste y falta de fuerza para defender los intereses de los valencianos». Lo dicho, incertidumbre que no suma.
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