DAMIÁN TORRES

Toque de pancarta

Febrero se ha convertido en el mes de la protesta: a la de los agricultores se suman ahora las de los trabajadores del azulejo, los bancos o las ITV públicas

ISABEL DOMINGO

Viernes, 16 de febrero 2024, 23:31

Globalidad. No ocultaba su preocupación hace unos días Alfredo Soler, presidente del Propeller Valencia, por la situación actual de la industria y la economía local. «Son momentos malos», decía en una comida con medios en la que también remarcaba que los empresarios del sector ... no creen que la situación vaya a mejorar en los próximos meses. «No sólo en el ámbito portuario o logístico. Somos reflejo de la economía global», aseguraba. Y enumeraba la guerra en Ucrania, los precios energéticos, la crisis en el mar Rojo o la imposición del régimen ETS en el tráfico marítimo (ya en particular) como algunos de los factores que deben hacer saltar las alarmas a las distintas administraciones. Unos días después Bruselas empeoraba las previsiones económicas europeas lastradas por Alemania, confirmando, además, lo que se dice desde hace meses: que Europa va al estancamiento y que 2024 pinta mal. Eso a pesar de que para España mantiene el crecimiento del 1,7% gracias al tirón del turismo. ¿La cara negativa? No crecen las exportaciones y la industria no tira.

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Protestas. Una tendencia que se vio a finales del año pasado y que se ha mantenido en el arranque de este 2024, cuando la alarma se ha acrecentado en las últimas semanas tras conocerse los cierres de plantas de Bimbo o Danone, los ERTE de empresas como ArcelorMittal, Ford, Volkswagen o Michelin o los ERE de Telefónica y H&M, aunque en este caso del sector servicios. En cualquier caso, ajustes de empleo. Y no se descartan reajustes en materia de inversiones por el impacto de los conflictos bélicos y de la incertidumbre. Todo ello, además, con varias negociaciones sobre la mesa que han llevado a acabar con la paciencia de sectores como el agrario y ganadero, con el ejemplo visible de las movilizaciones en las calles y carreteras de toda España. Tras haberse desinflado a comienzos de semana y haberse reactivado estos últimos días con las protestas oficiales -que han evidenciado aún más la división entre el sector de a pie y el de los despachos-, los agricultores estudian este fin de semana cómo continuar mostrando su malestar por, sobre todo, las políticas agrarias. Pero no sólo ellos se han manifestado. Lo han hecho también esta misma semana los trabajadores del servicio de las ITV, que reclaman la homogeneización de los salarios que perciben tras el proceso de reversión pública del que se cumple un año este mes. Firmado el acuerdo hasta en dos ocasiones, los sindicatos aseguran que sigue sin reflejarse el pacto. Y así lo harán saber este miércoles en una protesta ante el Palau de la Generalitat. Por cierto, el mismo día en que hay convocada una tractorada en Madrid por Unión de Uniones, y en la que tomará parte la valenciana Unió Llauradora.

Etiqueta. Si a esto sumamos que el sector bancario también sale a la calle para reclamar mejores salarios (lo hará también el miércoles 21) o que el sector azulejero ya lo ha hecho por el bloqueo en la negociación del convenio colectivo, no resulta exagerado decir que febrero se ha convertido en el mes de la protesta. En este último caso, los sindicatos han convocado dos jornadas de huelga para el 28 de febrero y para el 1 de marzo coincidiendo con la celebración de Cevisama, el gran escaparate internacional del azulejo, sector que no levanta cabeza por los sobrecostes energéticos (cifrados en 1.800 millones) y una crisis de demanda de sus principales mercados internacionales que se tradujo en una caída de producción del 29% en 2023. Conjugar eso con la tasa de inflación es el difícil equilibrio que tienen ahora las empresas.

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