Mundo digital y educación
Observo en los debates sobre la influencia del mundo digital en los niños y jóvenes una ausencia del momento ético
JAVIER CORTÉS, PROFESOR
Martes, 20 de febrero 2024, 00:15
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JAVIER CORTÉS, PROFESOR
Martes, 20 de febrero 2024, 00:15
La finalidad de la educación consiste fundamentalmente en proporcionar a nuestros alumnos el mejor bagaje posible que les permita establecer relaciones auténticamente humanas con el mundo, consigo mismos y con los demás. Esta finalidad no se consigue sin la adquisición de conocimientos pero no se reduce a ella. Es imprescindible que nuestros alumnos comprendan y asuman que todas esas relaciones están transidas de una ineludible carga ética. Solo una buena combinación de saberes y de valores les va a permitir afrontar su vida presente y futura con posibilidades de realización personal y social.
Tradicionalmente, eso que llamamos mundo o realidad estaba bien acotado. Se trataba del entorno presente o pasado, ya fuera en forma de análisis de las culturas en todas sus manifestaciones (científicas, artísticas o filosóficas) o en forma de análisis del entorno en el que se vive. Sin embargo desde hace ya algunas décadas ha aparecido «otra realidad» que se ha hecho presente de manera generalizada y hasta invasiva. Se trata de eso que llamamos «mundo digital» y que engloba todas esas manifestaciones ligadas a la tecnología y que, además se van sucediendo y en muchos casos acumulando, en un carrera que parece no tener fin. Hace apenas dos o tres años el futuro era el metaverso, hoy es la Inteligencia Artificial, oxímoron por antonomasia. Aventurando una definición aproximativa a esta nueva realidad podríamos decir que se trata de un conjunto de avances tecnológicos que nos permiten dos cosas, la primera, optimizar procesos que ya vivimos, es el caso del correo postal frente al correo electrónico, o del almacenaje de documentos en una estantería frente a un drive. Y la segunda, quizá la más revolucionaria, nos permite hacer cosas que antes no podíamos. El mundo digital, por tanto, nos ofrece optimización pero también y quizá sobre todo, ampliación posibilidades algunas de ellas impensables hace apenas unos años. Es esta segunda aportación del mundo digital la que nos está planteando retos verdaderamente cruciales. El mundo digital nos trae «otro mundo», otra realidad con la que establecemos relaciones y que, por tanto, debe ser objeto de educación tal como apuntábamos antes. Esta es la pregunta que los educadores nos tenemos que plantear: ¿cómo educar a nuestros alumnos para que vivan esa nueva realidad que llamamos mundo digital para que se desarrollen plenamente como personas? ¿Qué conocimiento y qué valores serán necesarios para que se realicen como personas en esa otra realidad que nos ha traído el mundo digital?
Hay una primera consideración que conviene traer a colación. Educar es mucho más que prevenir o incluso que acotar legalmente poniendo límites a ese mundo digital. Educar consiste en aportar sentido, es decir, no solo explicar qué es el mundo digital sino, muy particularmente comunicar a nuestros alumnos cuál es su lugar en la vida humana, qué es aquello que aporta para un desarrollo de una vida plena y, como consecuencia, cuáles son los peligros que habrá que evitar a toda costa. Vayamos a los ejemplos. Se discute ampliamente sobre la necesidad de prohibir los teléfonos móviles hasta determinada edad. ¿No habría antes que educar a nuestros alumnos en unos hábitos relacionales sanos y coherentes mostrando que somos seres radicalmente relacionales y que necesitamos establecer relaciones auténticas? ¿No será necesario educar a nuestros alumnos en que la acumulación de datos no construye por sí misma información y que la comunicación a distancia no crea esos vínculos que necesitamos para crecer como personas? ¿No será necesario contar a nuestros alumnos que la pornografía constituye un atentado contra la condición humana y una banalización de algo tan profundamente humano como la sexualidad antes de legislar directamente para evitar que niños y niñas accedan al consumo de la pornografía? Observo en los debates sobre la influencia del mundo digital en los niños y jóvenes una ausencia del momento ético. Todo lo queremos solucionar con leyes que limiten, con prohibiciones, algunas de ellas casi imposible de llevar a cabo.
Creo que en educación debemos recuperar los mejores ideales de persona y deducir de ellos una ética, lo que está bien y lo que está mal. Parece que nos da miedo comunicar con fundamento cuáles son las conductas que humanizan y cuáles no. Ese es a mi modo de ver el fundamento de cualquier intención educativa y no solo intentar establecer prevenciones o prohibiciones. Educar desde la prevención genera conductas pretendidamente positivas solo desde el miedo pero no desde la búsqueda de un ideal de ser persona y de comprometerse con el mundo. Menos prevención y más aportación de sentido.
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