
Saber ver
Sin una educación humanista, sin transmisión de conocimientos y sin formación en valores éticos, ni hay libertad individual frente a los dogmas del poder ni democracia real
Javier Domínguez, arquitecto
Viernes, 4 de octubre 2024, 23:38
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Javier Domínguez, arquitecto
Viernes, 4 de octubre 2024, 23:38
Uno de los errores del independentismo en su afán por presentar un relato épico para su proyecto soberanista, es ignorar que el conocimiento histórico se ... alcanza mediante un análisis de largo recorrido y amplio espectro interdisciplinar.
Los hechos y cambios políticos, económicos y sociales están interconectados con el universo cultural en su totalidad: literatura, religión, filosofía, arte, ciencia... Es imposible comprender el sentido de la evolución y progreso del ser humano, y de cualquier sociedad, sin una concepción amplia e integradora de la Historia.
La realidad de una Cataluña ancestral al margen del inmenso acervo cultural (grecoromano, islámico, cristiano, imperial, ilustrado...) de España, deviene tan absurda como inverosímil. Centrar la identidad de un pueblo, en su lengua o en su raza resulta tan arcaico (siglo XIX) como peligroso.
Identificar lengua y nación, como hacen los impulsores del catalanismo Enric Prat de la Riba, Antoni Rovira i Vigil o Frances Cambó, sería dar la razón a las ideologías de asimilación lingüística propias del fascismo, justificando la invasión de Austria y Checoslovaquia por la Alemania nazi de Adolf Hitler.
Que además hoy, se pretenda tanto la expansión territorial -Països Catalans- como la liquidación del modelo de convivencia establecido en la Constitución del 78 culminando un prolongado proceso de acoso y derribo, es a todas luces inasumible.
Es necesario sanear la esfera pública, devolviendo la independencia a las instituciones fiscalizadoras del poder y sobre todo despolitizando la educación. Urge poner coto a que cada autonomía haga lo que le dé la gana, priorizando en la instrucción la deshispanización, la propaganda 'patriótica' y el adoctrinamiento frente a la lectura reflexiva, la formación humanística integral y la transmisión de valores.
No se puede continuar alimentando y financiando a quienes tergiversando la historia tratan de imponer con arrogancia, una única verdad, un régimen tribal, homogéneo y cerrado, mediante la coacción, la endogamia, el aislamiento, el autoritarismo y la intolerancia.
El éxito de muchos de esos histriónicos personajes de la farándula política no sería posible en una sociedad más madura, cohesionada y libre. De ahí la importancia de formar mejor a las siguientes generaciones. Es absurdo continuar pagando las facturas de las guerras carlistas con nuevos privilegios fiscales como algunos pretenden.
El Estado tiene que recuperar las competencias en enseñanza, no solo para paliar la desastrosa situación actual -informe PISA...- sino para desalojar del sistema a quienes la han convertido en una herramienta de control, en un eficaz instrumento de coacción sin el uso de la fuerza, siguiendo la doctrina colectivista de Gramsci.
El comunista italiano autor de 'Alternativa pedagógica' y 'Cuadernos desde la cárcel', en los que reúne su pensamiento marxista, apuesta por introducirse en las instituciones y dominar los medios de comunicación y la propaganda para garantizar la hegemonía moral de la izquierda radical y alcanzar el poder.
La educación -Condorcet, Hayek...- debe desligarse del virus igualitario, del desprecio a la excelencia y del wokismo imperantes, volviendo a ser el sostén en el que el individuo desarrolle plenamente sus capacidades, la autoclave del progreso social y fundamentalmente la vacuna con la que conjurar los abusos de los gobernantes.
No es casualidad que Cataluña, sumida en una profunda crisis de confianza y destrucción, se sitúe a la cola de España en comprensión lectora. La solución requiere inequívocamente dejar de tergiversar el pasado común, sus valores y sus logros.
Saber ver, para no continuar caminando entre tinieblas, es una de las asignaturas más importantes. De hecho dos grandes críticos de arte como los maestros Matteo Marangoni (Florencia 1876) y Bruno Zevi (Roma 1918) escriben dos obras icónicas con ese título 'Saper vedere', para ayudar a comprender a los estudiantes el significado de la arquitectura y el paisaje, como memoria y archivo de la civilización.
Miles de personas disfrutan de la contemplación de un cuadro, una escultura, un bosque, un jardín, un artefacto industrial o un monumento gracias a estos generosos historiadores italianos que supieron dotar a sus alumnos de raíces para crecer y alas para volar, en un período de enorme incertidumbre.
Ambos defienden la necesidad de salir del cascarón, de leer y viajar como forma de aprendizaje de la diversidad de culturas y modos de vida que habitan el planeta. Es difícil comprender lo que no se ve y la experiencia de peregrinar, escuchar y observar es esencial para adquirir una visión más amplia y consciente del extraordinario universo -geográfico, literario, musical, artístico, tecnológico...- que la humanidad ha levantado a lo largo de miles de años.
También la Escuela de Arquitectura de Valencia tiene la fortuna de contar con un pedagogo entusiasta como Rafael Tamarit que empeñado en que sus discípulos «pensaran con los ojos» introduce la fotografía y el cine en el aula, haciendo del diseño, sin corsés estilísticos, una fiesta para los sentidos.
Todos los escolares españoles tendrían que poder visitar y conocer 'in situ' las cuevas de Altamira, la Lonja de Valencia, la catedral de Burgos, la Alhambra de Granada, los campos de Castilla, los viñedos de la Rioja, las praderas de Cantabria, el camino de Santiago, las cumbres, marismas, estuarios, salinas, rutas navegables,...
Porque sin educación, sin una mirada lúcida, sin lectura, estudio y actividad intelectual, no hay cultura. Y una sociedad conformista, ignorante y acrítica resulta proclive a sucumbir narcotizada por cánticos de sirena, cayendo en las embaucadoras redes de cualquier flautista de Hamelín.
El gran ensayista francés Paul Valéry alerta de la vulnerabilidad ciudadana y el cansancio de la gente frente a graves problemas como la corrupción, el despilfarro, la falta de transparencia en las cuentas públicas o la pobreza infantil, advirtiendo que «la política es el arte de impedir que la gente se preocupe de lo que le atañe».
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