
CABANYAL-CANYAMERAL: PRESENTE Y FUTURO
Se precisan medidas que involucren a todos#los agentes implicados para conseguir la revitalización del barrio y de la fachada al mar
Javier Domínguez Rodrigo, arquitecto
Viernes, 15 de diciembre 2023, 23:29
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Javier Domínguez Rodrigo, arquitecto
Viernes, 15 de diciembre 2023, 23:29
La historia reciente de los Poblats marítims, herederos del Poble Nou de la Mar, que tras el devastador incendio de 1875 pierde tres cuartas partes ... de su tejido construido detalla uno de los conflictos urbanísticos más mediáticos del siglo XX.
Su singular morfología -trama en retícula...- está indisolublemente vinculada a la primigenia red de acequias (del Gas,...) de época islámica, a la recurrente ampliación del puerto de la capital, de notable afección sobre la línea de costa y a la presencia, desde el XIX, de las vías del tren -Sociedad de carbones minerales de Dos Aguas y del ferrocarril del Grao a Turís...-.
La degradación tipológica y paisajística del barrio es consecuencia de la pervivencia de la regulación desarrollista de 1966 y de la errática decisión del PGOU de 1988 posponiendo la realización de un PEPRI y reduciendo a tres las alternativas de conexión de la ciudad con el mar. Esa concepción simplista e insularizada del conjunto histórico determina su aislamiento urbano.
En la década de los noventa se llevan a cabo importantes operaciones de regeneración como la ejecución del Paseo Marítimo (1990-94), el soterramiento del ferrocarril o la apertura del bulevar de Serrería. Son propuestas de borde, carentes de una visión global y sin objetivos de sutura y conectabilidad.
Al mismo tiempo el urbanismo «a la carta» y de convenio de los populares se convierte en caldo de cultivo para movimientos asamblearios reivindicativos -Salvem el Botànic, Tabacalera, l'Horta...-, que llevan el diseño pormenorizado de la metrópoli a la confrontación partidista judicializando la gestión municipal.
La prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez enunciada por la corporación que dirige Rita Barberá Nollá, incluye la demolición de 453 inmuebles y retoma el primitivo proyecto (1893) asociado a la idea de ciudad-jardín, de apertura de un «gran camino-paseo hasta el mar» del ingeniero Casimiro Meseguer.
A pesar de la polémica es aprobada definitivamente por la Generalitat en 2001, dando pie a uno de los episodios de mayor confrontación entre las autoridades valencianas y el gobierno de la nación, presidido por Rodríguez-Zapatero: crisis competencial, reconocimiento de la potestad discrecional del planeamiento, acusación de expolio del patrimonio histórico español, recurso de inconstitucionalidad...
La salida de Moncloa en 2011 del líder socialista, tras la abultada mayoría absoluta de Mariano Rajoy, no permite resolver el conflicto debido a la profunda depresión económica que vive el país desde 2009: descontrol del gasto público, derrumbe de los mercados financieros, inflación, desconfianza crediticia, déficit público, desempleo, colapso de las cajas de ahorro, morosidad...
Poco después, la victoria del tripartito en las elecciones autonómicas y locales de 2015 supone la rotunda paralización del proyecto, imponiéndose un periodo de inacción y transitoriedad de casi ocho años, pues la nueva ordenación no ve la luz hasta mayo de 2023, días antes de la derrota socialista en las urnas.
Durante ese intervalo, a pesar de que merced a los Fondos Europeos 2014-2020 se invierten más de treinta millones de euros en la reurbanización del barrio, no se frena en nada su degradación ya que no se impide que siga siendo la «zona cero» del tráfico de drogas de la capital, cuyo epicentro se localiza en las conocidas como Casitas Rosas.
Porque erradicar la delincuencia requiere mayor presencia policial y un firme compromiso en pro de la seguridad ciudadana y del derecho a la propiedad privada. Y la permisividad con la okupación de viviendas, la tolerancia con el botellón, las fiestas ilegales, las peleas de gallos callejeras... no son las mejores medidas para lograrlo.
Se ha desaprovechado una ocasión única, máxime cuando el consistorio de Barberá deja a su sucesor un valioso legado de bienes inmuebles con más de setecientos predios, ochenta edificios, doscientos alojamientos dispersos y ciento veinte solares, por un valor superior a los cien millones de euros.
Bien gestionada esa fabulosa disponibilidad de fincas y suelo permitía desde la autofinanciación de programas de mejora, rehabilitación edilicia e inclusión mediante la venta de patrimonio municipal, hasta la rápida construcción de equipamientos, viviendas de realojo, sociales, dotaciones...
El constante desprecio a la necesaria colaboración público-privada en todas las actuaciones de renovación-regeneración de la fachada marítima -torre eólica, hotel de lujo en la Marina, noria gigante (Circular News ), campus de la Universidad Europea...- aleja del lugar al empresariado, al inversor, a los turistas y a los estudiantes, borrando de la escena cualquier sinergia y palanca de desarrollo.
Lamentablemente la recuperación de la estructura atomizada, del ámbito protegido y del frente litoral del 'cap i casal' continua siendo una asignatura pendiente cuya resolución no admite demora, pues constituye un espacio estratégico y claramente configurador de la imagen urbana de Valencia.
A la alcaldesa corresponde acometer un análisis riguroso, corregir disfunciones, mejorar el proyecto incrementando las expectativas socio-económicas y reconocer las múltiples cuestiones que, a pesar del tiempo transcurrido, siguen sin resolverse. Restaurar la confianza y generar un entorno de optimismo constituye un primer paso fundamental.
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