Seriedad

El monarca plantea que no se trata de un eslogan vacío, ni un nuevo valor figurativo, sino más bien un concepto integrado que abarque un conjunto de principios prácticos y valores humanos. El estímulo de la seriedad permitirá superar las dificultades y los desafíos. Los ejemplos utilizados en su discurso más relevante del año apuntan a ensalzar la identidad nacional con el esfuerzo y la superación que demostraron los jugadores de la selección de fútbol en el pasado Mundial y relacionado con el deporte, pero con una dimensión política, económica y de colaboración más trascendente, situó el desafío de la candidatura conjunta de Marruecos con España y Portugal para la organización del Mundial de Fútbol en 2030. Una candidatura sin precedentes que une dos continentes y dos civilizaciones para alcanzar mayor cooperación, comunicación y entendimiento.

Otro ejemplo sobre creatividad e innovación mencionado por el rey fue la fabricación del primer automóvil marroquí y un prototipo que funciona con hidrógeno. Mohamed VI afrontó los problemas que sufre su pueblo debido a la crisis provocada por la sequía, la pandemia y la inestabilidad internacional que ha obligado al Gobierno a otorgar una serie de prestaciones sociales para los menos favorecidos. En este punto, la gestión del agua representa un serio toque de atención para el buen uso de unos recursos que son escasos en el norte de África, pero también en el sur de Europa como bien sufrimos en varias comunidades autónomas. La seriedad representa también un elemento clave en la acción de la diplomacia marroquí en el ámbito internacional para lograr cada vez más apoyos a su propuesta de amplía autonomía para el Sáhara bajo soberanía marroquí. El último caso, el de Israel, que sigue a decisiones en países importantes como Estados Unidos, España, Alemania o Emiratos, entre otros muchos. Así como a la causa palestina. La integridad territorial, la unidad nacional y los valores sociales y religiosos de las familias representan la base de una sociedad más cohesionada. Y una vez más, Mohamed VI tendió la mano de afecto y amistad a los vecinos argelinos.