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Una parte no menor de la derecha política y mediática madrileña ha decidido ponerle proa a Carlos Mazón. Se puede apreciar en columnas y titulares de esos que, con 350 kilómetros de distancia, se permiten el garabato fácil sobre el presidente de una autonomía, como ... si no lo hubieran votado los ciudadanos en unas elecciones. Son los y las mismas que cuando se trata de retratar al Sánchez más cortoplacista o a la Ayuso menos serena, callan o hablan a conveniencia. Y que disparan cómodos contra un presidente autonómico porque en realidad no acaban de creerse eso del estado de las autonomías y la capacidad de autogobierno que no sea la suya propia. Bastante tiene el líder del PP valenciano con soportar la presión por tierra, mar y aire -tomando la expresión del propio Sánchez- por parte de la izquierda y de todo el aparato de Moncloa (hacía tiempo que no se veía tan activos a tantos ministros a la vez), con tener además que aguantar a, ya saben, enemigos, enemigos irreconciliables y compañeros de partido. Alguno, si pudiera, le aplicaría el artículo 155 de la Constitución, y a otra cosa. Y si no lo hacen es porque esa gestión autonómica se la acabaría quedando Sánchez. Mucho 'que se vaya', 'que se aparte' o 'que lo quiten', pero poco sobre el obligado 'pero para poner a quién'. La derecha facilona, comprando el discurso sanchista del quítate tú, y ya si acaso iremos viendo. Mazón está decidido a resistir, y mientras tanto tiene tiempo de comprobar algunos movimientos que resultan curiosos. La parte del PSPV que lidera Diana Morant, que no es la única, se ha lanzado a tomar posiciones con esa reclamación novedosa de convocatoria de elecciones anticipadas. La líder del PSPV pisa el acelerador, como si temiera que su posición en el partido pudiera verse socavada en el futuro por el protagonismo de la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé. La Morant que le pide al PP que aparte a Mazón para poner un presidente interino es la misma que hace diez días anunciaba que el PSPV votaría los presupuestos de ese mismo Mazón para 2025. Vale que entre un anuncio y otro media la decisión del PP de poner proa contra Teresa Ribera por su silencio sobre la DANA. Pero el cambio de papeles de la ministra resulta irrisorio. Y Bernabé no se enfadará porque se constate aquí lo mismo que ya dijo el propio Sánchez hace sólo unos días de su labor desde la riada. Al fin y al cabo, Bernabé es la que ha estado y Morant es la que no ha aparecido por ningún lado, hasta ahora. Decíamos de Mazón que está decidido a resistir, o a intentar liderar la reconstrucción, si se prefiere el término. A los ojos de Génova, al presidente del Consell le toca pasar de ser ese presidente autonómico que pactó a velocidad exprés con Vox para asegurarse la investidura como jefe del Consell, a ese otro que puede y debe apelar a que ganó las elecciones y a que su responsabilidad ahora es tratar de arreglar lo que se ha roto, que en lo fundamental es la percepción de que, en el momento más grave de la historia de la Comunitat, la Generalitat no estuvo a la altura. Y no es poco reto. Mazón, entre intervención e intervención el viernes desde la tribuna de Les Corts, quizá tuvo tiempo de ver las caras de algunos de los invitados que seguían el pleno. Desde luego, la mayoría tenía mejor aspecto que el que ofrecían la mayoría de miembros del Consell. Gerardo Camps, que también siguió el debate desde Les Corts, y Juan Antonio Sagredo, han demostrado mantener intacto todo su olfato político.
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