El sanchismo es un movimiento político caracterizado por la adhesión inquebrantable a las decisiones de Sánchez, al que consideran un caudillo imprescindible para la historia. ( ... Rosa Diez dixit). Aunque se trate de un movimiento unitario, se pueden distinguir dentro de él tres grupos perfectamente identificables que designaremos como los beneficiados agradecidos, los beneficiados insaciables y los ingenuos manipulados. Los primeros y los terceros son propiamente sanchistas, quieren la máxima dominación de Sánchez, los segundos no lo son en absoluto pero son precisamente los que lo sostienen para conseguir cada vez mayores prebendas políticas y/o económicas mediante el chantaje. El poder de dicha mafia procede de impuestos confiscatorios, de un endeudamiento que llega ya al 120% del PIB, y de las ayudas recibidas de la UE todavía no distribuidas en su totalidad. Es tal su acumulación de dinero que pueden soportar los chantajes de lo que les sostienen en el Parlamento.
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Sin duda el grupo más importante y numeroso es el de los beneficiados agradecidos. Este grupo va desde altísimos cargos europeos, como la presidencia del Banco Europeo de Inversiones, o la vicepresidencia de la comisión europea, conseguidos en ambos casos frente a personas mucho más competentes como la excomisaria de la competencia, Margrette Vestager, ministerios del gobierno español, cargos autonómicos, provinciales, locales, infinidad de asesores de altos cargo, empleados de empresas públicas, miles de nuevos funcionarios creados ad hoc, e innumerables subvencionados. Algunos de ellos esperan simultanear cargos en distintas administraciones como la hooligan Marisú Montero. Este grupo constituye el núcleo fundamental de la mafia sanchista, no solo por su número sino también por su identificación, casi clónica, con el líder, con «el puto amo» -por utilizar la terminología de uno de los principales miembros del grupo-. La identificación es debida al incremento del patrimonio y de las prebendas recibidas. Las ideas aquí no cuentan, dada su escasez tanto en el líder como en sus seguidores.
El segundo grupo es sin duda el menos numeroso. Se trata de dirigentes de partidos supremacistas catalanes y vascos de significación ideológica contrapuesta, que va de la extrema derecha a la extrema izquierda, lo que resulta irrelevante ya que lo único que importa es la impunidad por los actos cometidos contra la integridad del Estado y los avances que puedan alcanzarse en el camino de la independencia y antes de la acumulación de los recursos del propio Estado. Se trata primero de esquilmar al Estado, para después separarse del mismo. Debido a la facilidad del sanchismo para conceder cuanto pidan, le apoyan aprobando leyes y presupuestos antes o después.
Los dos grupos citados pueden considerarse inamovibles en el apoyo a Sánchez, bien dentro de su propia mafia los primeros, bien mediante el chantaje los segundos. De ahí la ingenuidad de querer descabalgar al sanchismo influyendo en ellos.
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El tercer grupo, el de los embaucados, tiene también un gran número, pero lejos del primero. No tienen acceso a las abundantes dádivas sanchistas, pero no les importa porque el voto de ellos es estrictamente ideológico: son los que viven presos del temor a la extrema derecha. Son naturalmente los más inocentes de todos y su voto podría no resultar inamovible si se les convenciera de que el fascismo es el rasgo fundamental del sanchismo con todas sus características esenciales: culto al líder (uno teme a veces la lipotimia de los/as que le escuchan), erradicación del más mínimo pluralismo interno, como se ha visto en la formación de los distintos órganos del Partido, y se está viendo ahora en las elecciones para los líderes autonómicos (que ojalá se le malogre en Aragón y Castilla-La Mancha, como ya le ha ocurrido en Extremadura), y por supuesto del más mínimo pluralismo externo al Partido, especialmente con el intento del control total del Poder Judicial, ya logrado a nivel de Tribunal Constitucional, así como con el control de los medios de comunicación.
La posibilidad de erradicación del sanchismo no puede consistir en intentar convencer a sus beneficiarios o a sus chantajistas, sino exclusivamente a los ingenuos manipulados, que perciban que no es en absoluto de fiar ya que para él no cuenta ningún principio lógico ni ético sino tan solo continuar con su dominación.
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