Borrar
S. YOUNG
El acento y el cemento
Análisis

El acento y el cemento

Estas agitaciones lingüísticas, adormiladas como estaban las emociones gramaticales desde la AVL, las ha aguijoneado Vox, pero ya antes las había agitado el Botànic

Miércoles, 25 de octubre 2023, 23:46

Esta Comunitat -reino, pais o región- no escarmienta. Ni aprende. De hecho, en los últimos días acaba de confirmar la sentencia de 1995: «Une más el cemento que el acento» (por el Pacto del Pollo, entre el PPCV y UV, es decir, entre Zaplana y Lizondo). Cuanta sabiduría encerraba el eslogan que inspiró la izquierda hace casi tres décadas. Es inapelable, de una clarividencia total. Porque aquí lo que moviliza, divide, encizaña, activa pasiones escondidas e instintos ignotos, causa infartos y entradas en al UCI, es el acento. Y quien dice el acento, dice el «este» o el «aquest». Mientras el cemento vive sus oscilaciones económicas naturales -es decir, reales, bajo los criterios que dicta el mercado-, el acento continúa hecho un pimpollo en su etérea evanescencia, incólume al tiempo y flotando entre los tiempos, como una especie de entidad malvada siempre lista para turbar al vecindario. (Mejor a las autoridades porque el vecindario suele pasar bastante del «ixc» o el «eixc»). Los 'sucesos' que se observan en la Casa Gran estos días espoleados por Vox en los que se discierne si Valencia/València/Valéncia ha de llevar el acento hacia un lado o hacia el otro -algo transcendente, como si probaramos la existencia de Dios o refutaramos los principios de la Termodinámica- ya se observaban cuando don Miguel Ramon Izquierdo era alcalde de Valencia, en blau o sense blau la vertadera, o cuando el Gobierno del Ritalto, hace nada, colocó el acento canónico en la 'e' de Valencia (uno es partidario del canon en estos casos, porque la ortodoxia elimina debilidades y siempre otorga fortaleza). Las flamas 'lingüísticas' que se han avivado en la Generalitat con la aparición en la escena gubernamental de un nuevo Consell están a punto de regresarnos hacia las estampas en sepia de la etapa de los ultrajes en las que asoma Albiñana y Paquita la Rebentaplenaris por una esquina, «mos ho volen furtar tot» y Pérez Casado por otra, y el huevo estampado sobre el traje de Grisolía, o sobre el de Casp, por abajo, y así hasta un infinito cósmico de cualquier noche valenciana interestelar. (Lo exagero a propósito, porque todo, aquello de entonces y esto de ahora, es una caricatura de dibujos animados). Somos un acento o un «aquest», al fin. Tal vez cuando la Tierra estalle en un apocalipsis destructor, entre el polvo extraterrestre aparecerá un cartel con el nombre de Valencia y un acento al lado a fin de que los seres del más allá lo pongan donde les plazca. En Valencia un acento no es un acento, ni un «ixc» un «eixc». Son un principio, una patria, una madre (y recordemos que entre la justicia y la madre, Camus elegía a su madre).

Todas estas agitaciones lingüísticas de ahora, adormiladas como estaban las emociones gramaticales desde la AVL de Zaplana, las ha aguijoneado el partido de Abascal, pero ya antes las había agitado el Botànic, que la cuestión es no estar tranquilos. (Sucede en la CV lo que no sucede en ninguna parte del mundo, puesto que aquí cada gobierno que entra en el Palau cambia los usos gramaticales como si cambiara de consellers o transformara el sentido del tráfico de una calle). Vox es muy diferente de Unión Valenciana, aunque se le parezca un huevo. Hay partidos que necesitan confirmar la evidencia -contrastada experimentalmente en esta esquina de España a lo largo de la predemocracia y la democracia- de que si eres una fuerza política fijada por el CIS a la derecha del arco político y no tienes un programa resultón a mano -o bien si tu programa es inseguro o como muy primigenio para esta zona del Mediterráneo- siempre te puedes agarrar a la gramática y a los signos de la tribu para manufacturar política (demodé), para tener algo que decir (pssss) o para que una parte del personal te siga o te vote (en fin). Si ese campo se lo dejas a los especialistas en la materia, que sería lo normal, resulta que te enfrentas a una ataraxia paralizadora, lo que no es bueno ni para la política ni para la salud. Así que hay que cavar fondo en la cueva primitiva donde la razón no encuentra a su hermana, la lógica, y tal vez cavando y cavando halle el nuevo partido la luz paleolítica. No suele suceder. Lo corriente es que la fuerza política cavadora se deslice por la agenda política sin encontrar la respuesta universal y definitiva. Si este modelo varía en el futuro, eso ya es otro tema. El futuro solo lo predicen los sociólogos vivales y los economistas muy ufanos, además de las brujas asomadas a sus esferas de cristal, como en 'La semilla del diablo', que eso ya es más imponente.

Pero lo cierto es que los santos lingüísticos e identitarios vuelven a las calles en la orgía actual. Que se saque a pasear en sus respectivas hornacinas a la RACV, a lo Rat Penat, a la AVL, a Universitat, al Estatut de Autonomía, al departamento de filología, y a los 'expertos' propios del caso, que son siempre los mismos, al igual que se saca a pasear a la Moma, a la Geperudeta o a 'els Benissants de la Pedra' de mi pueblo cuando pedrea, verifica le ley de la inmutabilidad a la que está aferrada la parte más íntima de la CV inmemorial. Si en Valencia cambia algo a lo largo de los años es para que, en definitiva, nada cambie en su interior más recóndito. La discusión que se ha vuelto a destapar por los acentos, por las palabras correctas o incorrectas, por los términos usados en el lenguaje popular o el literario -y por los pozos de nuestras raíces 'nostradas'- va camino de llenar más titulares que el índice de pobreza, al ampliación del puerto, la falta de pisos de alquiler, la invasión de turistas, la salida de Valencia al mar, el botellón, la seguridad, el tráfico, Mestalla o Peter Lim. Zanjada desde hace muchos años la controversia sobre la música del himno y el colorín de la senyera, en blau la vertadera, ya sólo habíamos de conveniar las palabras en un acuerdo luminoso. Y las conveniamos, si señor, que hasta Xavier Casp se arremangó, y Calomarde y Villalonga y Zaplana, y la prensa también dobló la cerviz. (En un requiebro ilustre del último momento, Maria Consuelo Reyna puso ciertos inconvenientes en que la nueva institución surgida del pacto lingüístico se llamara Acadèmia Valenciana de la Llengua y no Academia de la Llengua Valenciana, y fue Camps el encargado de convencerla y dotarla de tranquimazin).

Lo cierto es que los santos lingüísticos e identitarios vuelven a las calles en la orgía actual

Un paisano sostiene la teoría de que la gramática y la lingüística gustan tanto por aquí porque tienen algo de mascletá o de juegos artificiales. El ruido de la mascletá no se puede tocar y el personal aplaude el ruido. Los fuegos de artificio pasan de lo material -los cohetes- a lo inmaterial, y se disuelven en lo alto. Las fallas mutan también para al fin desaparecer. La música tampoco se puede manosear, y en cada pueblo hay una banda (que, en general, interpretará al maestro Serrano o bien 'Suspiros de España'). La naturaleza valenciana, pues, se define por su nula 'coseidad', por su misterio imaginario. Un ruido, una voz, una nota, el acento abierto o cerrado, todo eso nos pone a mil porque es espiritoso y a la vez aéreo. ¿Cómo agarrar al vuelo una palabra emitida por algún festivo y ruidoso antropoide al pronunciar una animalada? Si el paisano amigo supiera algo del significado y el significante de los Saussure y compañía -en caso de que se estile la teoría, que no sé- haría un tratado con ese material nuestro tan inmaterial. Por el momento observa el zipizape actual del «este» o «aquest» o «vull» o «vullc» con la seguridad que proporciona el saber que un acento ha de ir hacia la izquierda o hacia la derecha al igual que una escalera siempre conduce al piso de arriba o al de abajo. (Y con la inseguridad que da el saber que cada color político en el poder cambiará los usos gramaticales «populares» como el que cambia una cerradura, quizás como último signo obligado de identificación con la tierra).

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias El acento y el cemento