Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
Óscar Puente, con Carlos Mazón, María José Catalá y Mar Chao. EP
Análisis

Dos puertos y uno solo verdadero

En el acto en el puerto de Valencia bendecido por el ministro vallisoletano Óscar Puente faltó en la foto Díaz Ayuso, y se la echó muy en falta, la verdad

Viernes, 22 de diciembre 2023, 00:22

Una cosa es decirlo a media luz -más o menos- y, otra, reconocerlo de forma institucional. «Valencia es el puerto de Madrid», así, con el desparpajo habitual, lo soltó Isabel Díaz Ayuso en ese acto que reinauguraba de algún modo el eje Madrid/Valencia, aquel que 'inventó' Camps y que se denominó de la prosperidad y que también comprendía a Jaume Matas, representante desde Mallorca. Esperanza Aguirre al Oeste, en medio Camps y en el Este, el mar mediante, Matas. Del trío no queda nadie en 'activo autonómico', lo que confirma la idea de la fugacidad humana y política. A la cumbre de Madrid que resucitaba aquel eje imaginario de principios del siglo XXI le faltaba, sin embargo, el brazo isleño, y uno cree que el primero en vislumbrar el olvido fue Adolfo Utor, de ahí su reivindicación. No sé si le harán caso. Por el momento, tenemos el enlace con Díaz Ayuso, que ocupa un lugar muy elevado en el cielo estrellado del PP (un lugar privilegiado porque, al margen de su propia sustancia, gobierna en Madrid, donde habitan las televisiones y las radios, porque si gobernara en Murcia o La Rioja ya no sería lo mismo, claro: Madrid expande rayos catódicos nacionales día y noche). Unos días después, en el acto en el puerto de Valencia bendecido por el ministro vallisoletano Óscar Puente faltó en la foto Díaz Ayuso, y se la echó muy en falta, la verdad. Porque su presencia no sólo hubiera confirmado su sincera frase -«Valencia es el puerto de Madrid»- sino que la hubiera certificado y consagrado para la Historia. Fue una lástima, aunque todo se puede arreglar. Como es conocido, el 71% del tonelaje y el 75% de los contenedores que llegan a este nuestro puerto de Dios y del Mediterráneo parten hacia Madrid, y quizás desde allí ya los repartan -o no- a otras regiones de España a la manera de cómo se distribuyen los pobladores de Madrid hacia sus respectivas regiones nativas en las vacaciones. Madrid no es nada sin España y España sería otra cosa sin Madrid. Es lo que determina la historia, sobre todo desde Carlos III, no digamos ya en la actualidad. Tampoco nos ha de extrañar que el puerto de Valencia sea al mismo tiempo el puerto de Madrid y que compartan mismidad aunque no lugar. O sólo nos ha de extrañar por nuestra ignorancia. Los físicos cuánticos conocen que un electrón aparece y desaparece según lo observas o dejar de observarlo, y a veces el mismo electrón resulta que no es uno sino dos, y también los metafísicos sabían que en ocasiones el Ser se disocia en dos, y uno está y el otro no está o están ambos pero sin estar. Seguimos esa onda, pues. Eso sí, la ampliación del puerto con sus toneladas de cemento, ésa reside en nuestro territorio, no la compartimos. Es una verificación muy empírica. Tal vez por eso ha sido muy criticada por Compromís estos últimos años y también por Joan Romero (Romero llegó a publicar un artículo estupendo en el periódico de Adolf Beltran, en tono sarcástico, en el que repasaba las ventajas ecológicas, tecnológicas y no sé si espirituales o celestiales -eran tantas las ventajas, que me perdí- que posee la susodicha ampliación según el argumentario oficialista del ministerio y acababa el escrito con el epílogo siguiente: quizás hayan redactado los informes favorables los técnicos ministeriales el dia de los santos inocentes). La cosa es que la reforma del puerto se criticó mucho pero cuando ya estaba prácticamente acabada (a falta, creo, de una terminal). No se critica una flor, ni un paisaje, ni un río. Te gustan o no te gustan. ¿De qué sirve objetar la concepción del niño cuando ya ha nacido? Al ministerio le gusta, al PSOE le gusta, al PP le gusta y a MSC le gusta. Hay mayoría, pues adelante. (Aunque, la verdad, una cosa es tener mayoría y otra es tener razón. La democracia es antagonismo pero también es un misterio. Una mayoría democrática puede desencadenar las mayores atrocidades o simplemente servir para destrozar el planeta. Los enormes huertos solares que apoya el PSOE no lo destrozan, el planeta, digo, pero convierten el paisaje rural en una película de ciencia-ficción con la finalidad de extraer energía, cuando la energía, ya lo demostró Einstein con sus ecuaciones, se puede sacar de una piedra: la materia es energía esperando suceder y la energía es materia liberada, decía, y el PSOE lo debe de saber pero, oye, como si nada).

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Total, que Madrid nos coloniza cada vez más, por palabra, obra u omisión. (El otro día anunció Ximo Puig su dimisión y resulta que se desplazó desde Madrid a 'supervisar' el asunto el señor encargado de la organización, por si se desmadraba el patio, digo yo). Uno cree que don Maximilià Thous, cuando escribió el Himno de la Exposición -hoy himno de la CV- tuvo un trance freudiano, o jüngeriano o lacaniano, y donde puso «per a ofrenar noves glòries a España» quiso poner «per a ofrenar noves glòries a Madrid». En lugar de Madrid escribió España en un acto fallido, como dicen los psicoanalistas. (Don Maximiliá Thous fue periodista de cámara de Ignacio Villalonga, como Josep Pla lo fue de Cambó o como Peris Mencheta lo fue del Marques de Campo, que ya lo señalaba J. J. Pérez Benlloch algún siglo después: «Todos unos mercenarios» refiriendose a los que morabamos en las redacciones en los ochenta y noventa). Después el Botànic recogió una parte de la letra de Thous para martillear al paisanaje con «Tots a una veu». Como se vio enseguida, el personal no siguió la consigna, pues el eslogan intentaba excitar la adhesión colectiva pero no llamaba a la fiesta. El vecindario de aquí sólo se une y se reúne si hay fiesta de por medio. Entonces la tribu ya unifica la voz y hace caso a la segunda parte de la estrofa: «germans vingau». Un buen 'bou embolat' (para satisfacción de Barrera), baile, paellas multitudinarias y bandas de música, todo precedido de una beatífica romería. Entonces, sí: «Tots a una veu». En fin, que el caso es que no sabemos si las consecuencias -inocuas o nocivas- del gran puerto nos las tragaremos nosotros y se beneficiará Madrid (y España) o viceversa, o bien compartiremos las virtudes (económicas) y las crudezas (ecológicas) por igual. Sabemos, en cambio, que Díaz Ayuso faltaba en la foto que ungía el proyecto tantas veces discutido, porque la verdad es que el ministro nos daba bastante igual: somos, en parte, su puerto, el puerto de Ayuso. Hay que arreglar esa foto como sea. Echen mano de la Inteligencia Artificial.

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