Cien motivos(o dos mil)

Hay motivos. Motivos para estar orgullosos. Motivos para creer con nosotros y para celebrar la fiesta de esta tierra. Motivos que van más allá de ... la grandilocuencia y lo establecido. De lo político y lo visceral. Motivos que se esconden entre gestos y miradas de la gente que transita nuestras calles y engrandece las esquinas de nuestras casas. La gente que fraguó nuestro pasado y empuja el presente. Que cultiva el futuro. Hay motivos. Cientos. Miles. Motivos para el orgullo tras las meninas cinceladas por Manolo Valdés, tras la arquitectura impactante de Santiago Calatrava y tras las palabras fluidas de Manuel Vicent. La labor ingente de Casa de Caridad. Y de quienes rompen la soledad de nuestros mayores cuando les asfixia la melancolía. De quienes trabajan con los menores que fueron marginados y maltratados. De quienes ayudan a las víctimas de la violencia machista. De los voluntarios de Cruz Roja, Cáritas, Acció Ecologista... El IVO. La familia que hace posible levantar cada día el telón del Olympia. El Maratón Valencia. El artista del cartón piedra y de la vareta. Los protagonistas anónimos de esas pequeñas historias que surcan nuestras vidas y hacen grande esta tierra. Tierra de arrojo y talante. De creadores e innovadores. Nuestros investigadores. El profesorado. El personal sanitario. El párroco del pueblo y la matrona. Quien cuida el monte y quien vela por nuestra seguridad. Mercadona, Air Nostrum, Baleària, Stadler.... La Casa de las Ollas. La industria del mueble y del juguete. El textil, el azulejo y el calzado. La empresa familiar, los mercados y los autónomos valencianos. La naranja y quienes mantienen nuestros campos. La huerta, la 'tavella' y el 'cacao del collaret'. José, el carnicero; Olga, la farmacéutica y todo el comercio del barrio. Quien limpia tus aceras y quien poda las palmeras. Hay motivos, sí. Cientos de miles para gritar que somos valencianos. Motivos como el respeto a la diversidad y el fervor por la libertad. Motivos para el orgullo sin complejo. Motivos para respetarnos y creernos como pueblo que quiere seguir creciendo. Motivos como el mar y sus amaneceres; el atardecer de L'Albufera; las salinas de Torrevieja; el reflejo de un flamenco; un arròs pasejat, la herencia del Fondillón, el moscatel y la cultura culinaria de la almendra. La liturgia de la paella, el sonido de la dolçaina, la riqueza de 'la nostra llengua'. Llum, blau i terra. La forma de viure. Los dinosaurios de Morella, los íberos en la Serreta, la dama que deslumbró en Elche. La Calderona, el Montgó y les Columbretes. La vela latina y el tren supersónico que se fragua en la Politécnica. El anhelado centro de arte Hortensia Herrero o el Museo de Bellas Artes. La fachada del González Martí o la cúpula de estrellas de los baños del Almirante. Los frescos de la Catedral, el Santo Grial, las callejuelas de Altea, Peñíscola o la Xàtiva de Los Borja. Els enfarinats, la tomatina o una cordà. Las hogueras, la muixeranga y el día en que todos los valencianos gritan a una sola voz: 'Visca la Mare de Déu'. Hay motivos para creer en nosotros. Gente que nos hace crecer. Virgina Lorente, Paco Roca o Paula Bonet; Posteguillo, Carmen Calvo o Genovés; la empresaria María José Félix, Ana Lluch o Ángeles López Artiga. La cocina de Carolina Álvarez, el huerto de Toni Misiano o los cítricos de Todolí. De Joaquín Schmidt a Fran Espí. Una piloto, un pilotari, un payaso hospital, un pescador de madrugadas, la conductora de la EMT que te sonríe cada día cuando subes al autobús... Grisolía y todo aquel que sigue su estela e investiga. Un verso de Estellés, Asunción Chirivella y el legado del misionero Vicente Ferrer. El porrat y 'la Fira'. El espolín y la barraca. Las mil miradas de esta tierra, cuna de eruditos y emprendedores, en la que hay jóvenes que lanzan Miuras al espacio; en la que Berlanga hizo del cine algo mágico y en la que Miquel Navarro sueña ciudades imposibles. La tierra del 'Libre' de Nino Bravo y de la oda a las palabras de Brines: «En ellas alcancé la raíz tenebrosa de la vida». Hay motivos.