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Enero tiene regusto de segunda oportunidad. Es como volver a comenzar. Volver a tener buenos propósitos y marcarse retos. Y eso es bueno. Sin ellos, ... sin objetivos claros y sin la voluntad de lograrlos, estaríamos perdidos. Nos faltaría la brújula que guíe nuestro destino. De hecho, sin una meta fijada, la travesía carecería de sentido. Pero esos objetivos sólo nos los podemos imponer nosotros y sólo será pausible alcanzarlos si creemos, de verdad, que es verosímil conseguirlo. «No está en las estrellas mantener nuestro destino sino en nosotros mismos», decía el universal William Shakespeare.
El futuro de nuestra tierra depende de nuestro esfuerzo y de nuestra convicción de que podemos lograr las metas que nos marquemos. Motivos para estar convencidos de ello, sobran. Porque el enorme calidoscopio valenciano, rico en diversidad y talento, es un faro que podemos lograr que brille más allá de nuestras fronteras geográficas. Un enorme faro, repleto de vivencias audaces y creativas, de historias comprometidas y universales, cuya luz nos haga ver que somos más. Mucho más de lo que nosotros mismos creemos. Mucho más de lo que, dentro de nuestro país, pueden pensar o valorar. Porque, quizá por ignorancia o falta de autoestima, quizá por ninguneos externos o simple invisibilidad, la marca valenciana ha visto pasar los años sin que se reconozca el valor que aporta y la riqueza que esconde. Una autonomía líder con más de 900.000 extranjeros que han optado por asentarse en esta tierra; el destino idílico para jubilados de todo el mundo; un lugar que escala posiciones sin parar en el ránking de las inversiones extranjeras o, sencillamente, un enclave con la vitalidad de las grandes regiones europeas y el alma, la cercanía y el trato, de los pequeños pueblos.
Sí, somos más. Porque somos ejemplo de audacia, con empresas que han conquistado el mundo con sus zapatos, textil, cerámica y chocolates, con jóvenes que lanzan cohetes y dirigen grandes orquestas, con artistas que crean meninas en Nueva York o científicas que batallan contra el cáncer. Y porque somos creativos a rabiar, y convertimos el mundo en un 'ninot' libre de drama y hacemos del arroz, el cereal de la subsistencia, un plato exquisito y universal. Somos globales, porque somos tierra de brazos abiertos –referente turístico y preferido por los Erasmus– y porque contamos con un puerto que tiene la mirada más internacional del Mediterráneo. Somos sostenibles, capital verde, con un lago donde chapotea el collvert y se desliza la anguila, un viejo cauce del Turia convertido en un idílico jardín y unos parques naturales donde anida la libertad. Somos tierra comprometida, que lucha contra la sequía porque somos conscientes de que el agua es un bien universal; solidaria, con los suyos y con los de más allá; y auténtica, donde cuentan, con versos y trazos, historias llenas de personalidad desde Paula Bonet a Carlos Marzal; desde Soledad Sevilla a Santiago Posteguillo. Somos los hijos de ese lugar donde el fuego es purificador y la pólvora, un símbolo de fiesta y no de terror. En definitiva, somos un calidoscopio rico en matices. Un estallido de voces y sensibilidades, de tradiciones y culturas, de paisajes y enfoques. Un puzzle integrado por miles de empresarias, investigadores, economistas, artistas, trabajadores, intelectuales, deportistas... que convierten en líder la marca valenciana. Esa que clama ser divulgada, defendida y compartida.
Y eso es lo que vamos a hacer desde LAS PROVINCIAS. Convertirnos en un canal de transmisión de todo ese flujo de talento y creatividad con ADNvalenciano para que, las experiencias más enriquecedoras de nuestro territorio, salgan de la invisibilidad, sean compartidas con toda la ciudadanía, sirvan de inspiración y se conviertan en un estímulo para crecer.
Compartir, inspirar y crecer será, pues, nuestro leitmotiv. Y será así porque, ¿qué propósito podría tener este periódico si no fuera otro que el de reivindicar y defender la riqueza de esta tierra, el talento de sus habitantes y sus necesidades? 158 años después de que esta cabecera saliera a la calle, seguimos con más fuerza que nunca y con el firme propósito de ser altavoz de la vitalidad de esta tierra. El diario que ponga rostro y voz a todo aquel o aquellos que, desde los ámbitos más diversos –colectivo, institucional o personal–, aporten músculo a la estructura económica, cultural y social de la Comunitat. Queremos ser el mayor escaparate jamás creado de la marca valenciana en España. Y para ello, vamos a convocar a lo largo de los próximos meses a quien tiene un relato enriquecedor que ofrecer y vivencias que compartir. Vamos a convocar a las grandes y a las pequeñas firmas valencianas que son referente en el mundo y a las internacionales que se han asentado en esta tierra, que ya es el mejor invernadero del porvenir que puede haber en nuestro país. Y lo vamos a contar a nuestros lectores y a la sociedad valenciana en general, con todos los medios –analógicos y digitales–que tenemos a nuestra disposición. Y lo haremos, como cabecera clave dentro de la sociedad civil valenciana, sin bloqueos ni exclusiones, sin censuras ni crispaciones. Sumando. Aportando. Abanderando este proyecto en defensa de la valencianía. Con discreción y humildad. Pero también con determinación y contundencia. Porque somos conscientes del potencial que tenemos, de lo que somos y hacia dónde queremos ir. En la Comunitat Valenciana, somos más y tenemos todo el mañana por delante. Vamos a conquistarlo juntos.
Es domingo, 7 de enero. La puntilla la da un pensamiento de Víctor Hugo: «El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad».
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