Ilustración: Iván Mata
Plaza redonda

Es el momento de Valencia

La efervescencia que está viviendo la ciudad es tal que urge planificar cómo se va a gestionar tanto potencial

Jesús Trelis

Valencia

Domingo, 10 de diciembre 2023, 00:37

Valencia está de moda. Lo dicen todos los indicadores, aunque el más evidente son sus calles. Sus terrazas. Los hoteles. La vida de la ciudad ... de lunes a domingo. Y lo que te dicen de ella cuando viajas fuera. Es tanta su vida que debemos parar y pensar en frío cómo regulamos esa envidiable efervescencia; cómo le damos salida a tanto potencial. En este sentido, la alcaldesa María José Catalá y su equipo han comenzado a dar pasos. Han comenzado a moldear el legado que han recibido. Una ciudad que, dentro del mapa nacional, vive sin duda uno de sus momentos de mayor esplendor entre otras cosas porque, el colapso de Madrid y los vaivenes de Barcelona, han facilitado que así sea. Aunque no sólo por eso, sino también por el trabajo hecho durante las últimas décadas. Que Rita Barberá puso los cimientos sólidos de la Valencia actual es indiscutible. Que el gobierno de Joan Ribó y Sandra Gómez, que actuó cada uno en paralelo, dejó un legado acertado en algunos ámbitos, también. La Capitalidad Verde es muestra de ello. Los progresos en peatonalización es otro, aunque en muchos casos el exceso de improvisación propiciara lo contrario. O como lo fueron eventos como los Goya o la gala Michelin. Aunque también es verdad que la mentalidad algo aldeana del alcalde hizo que no se avanzara lo que tocaba y que su desconexión con la realidad y las necesidades de la ciudad fueran flagrantes.

Publicidad

La hoja de ruta que ha emprendido el gobierno de Catalá debería ayudar a consolidar definitivamente a Valencia como una ciudad de referencia en todos los niveles en Europa. Una Valencia que va más allá de los tópicos -ya sabe: paella, cremaet i fartons- y que debe ir también más lejos de sus referentes económicos, institucionales y culturales de primera línea ya conocidos en todo el país y fuera. Porque Valencia esconde mucho más que lo que, incluso, los propios valencianos apreciamos y valoramos. De hecho, las posibilidades de futuro son trepidantes. Basta contemplar el disfrute de los 33.000 corredores que tomaron el primer fin de semana de diciembre la ciudad para correr el maratón de la Fundación Trinidad Alfonso para darse cuenta de ello. De que esta ciudad sigue siendo un diamante en bruto que hay que tallar, guardar y cuidar.

El desbloqueo de la Marina es, de entrada, uno de esos avances necesarios que parece haber llegado. Esa zona que fue epicentro de grandes eventos hace quince años, debe volver a ser polo de atracción de la ciudad en todos sus ámbitos. Que se dé estabilidad a quien apuesta por estar en ella; que se permita una explotación sostenida del recinto; que se vele por equilibrar en la zona las actividades más diversas -desde el ocio, la cultura y el deporte a la innovación empresarial, la investigación o la formación- es una buena noticia. Incluso, que se mantenga viva la posibilidad de que la Copa América regrese a su puerto natural es otra gran esperanza. Porque, como ahora va a pasar en Barcelona, a nadie se le escapa que eventos de ese calibre sólo pueden que aportar a la ciudad cuando se apuesta por ellos con raciocinio y coherencia y evitando la especulación y la malversación. Que esa puerta esté abierta -y parece que lo está, porque seguro que a equipos como el Alinghi no les molestaría regresar- es algo de lo que nos debemos alegrar.

Valencia sigue siendo, con su esplendor actual, un diamante en bruto que hay que saber tallar, guardar y cuidar

Aunque en realidad nos debemos alegrar porque exista un plan. Un plan de verdad. Serio y eficaz. Y que existan ganas de trabajar y de gestionar. Y que se haga con visión de futuro pero sin quebrar la esencia de Valencia como capital manejable, lúcida y privilegiada por su entorno y su clima. Un plan firme para seguir creciendo y generando riqueza.

Publicidad

Para ello es imprescindible aclarar no sólo el futuro de la Marina, sino el modelo integral de la ciudad y su entorno. Sin prisas, para evitar improvisaciones pasadas; sin pausa, para evitar letargos de antaño ¿Qué vamos a hacer con el Palacio de Comunicaciones cuando la Generalitat se lo ceda al Ayuntamiento? Que debe ir más allá de un museo para las Fallas parece evidente. ¿Qué queremos, de verdad, en la plaza del Ayuntamiento? La alcaldesa ya ha abierto un periodo de reflexión sobre el proyecto elegido. Sin duda, hay que repensarlo pero, también, hay que acertar a la hora de elegirlo. Y eso se logra acudiendo a los mejores. ¿Y qué hacemos con San Vicente de la Roqueta, el Relojero, la Ceramo, las Atarazanas, la Casa dels Bous...? ¿Y cuándo? La ciudad está llena de pequeños y grandes proyectos por desarrollar que han vivido en la parálisis pero que están llamados a engrandecer y a esponjar el modelo de urbe que queramos. Todo ello sin dejar al margen esa otra gran Valencia que es el área metropolitana y sin olvidar -y aquí sí que debemos actuar de forma contundente- que su pulmón verde, que su Albufera, debe estar no sólo protegida y constantemente arropada, sino que ha de ser una prioridad absoluta por lo que supone para nuestro territorio.

Los mimbres que tiene la ciudad para despuntar son potentísimos: la creatividad desatada de los valencianos y su capacidad artística, los emprendedores y empresarios -muchos desconocidos- que generan riqueza y trabajo, nuestra juventud formada y el talante solidario de la gran mayoría de nuestra ciudadanía... Todo ello forma parte del ADN de esta localidad junto al Turia por la que hay que trabajar sin partidismos. Catalá lo sabe y parece que apuesta por ello. Decía Gregorio Luri, ensayista y filósofo: «No sé si hay progresos, pero hay progreso». Yo tampoco lo sé; sí que intuyo que, con la fortaleza de esta ciudad, se puede ir -permitan la metáfora- más allá de la 'Luna de Valencia' (que luce maravillosa en la ilustración de Iván Mata). Es el momento de los grandes eventos; de que grandes museos quieran asentarse aquí; de que empresas innovadoras acaben apostando por nosotros; de que el eje con Madrid se fortalezca -sin dejar de cimentar alianzas con otras capitales-; de que el bloqueo del puerto termine; de que los proyectos inacabados, se finalicen... Es, en definitiva, el momento de Valencia.

Publicidad

Es domingo, 10 de diciembre. Lo escribió Miguel de Cervantes. Y lo hizo en 'El Quijote': «Cada uno es artífice de su ventura».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad