La 'Araña infernal' y los silbatos protagonizan un disparo de lo más original

Escribió Susan Sontag en su imprescindible ensayo 'On photography' que todas las instantáneas son 'memento mori'. Una forma de recordarnos que la vida es finita. ... Que el tiempo es fugaz: tal cual llega, muere. Esta semana, dos imágenes dan validez a la reflexión. La primera, la vimos en la puerta de la Generalitat el lunes cuando Ximo Puig dio la bienvenida a Carlos Mazón, culminando el relevo al frente del gobierno valenciano. La segunda, la encontramos hoy en la portada del periódico: el actual jefe del Consell sentado en la mesa de su despacho de la calle Caballeros. Un espacio, con sensación de vacío, que parece querer esperar un tiempo nuevo. Un lugar que, a quien entra, le dice entre susurros lo de Sontag: «Recuerda que morirás; acuérdate de vivir». 'Memento mori, memento vivere'.

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A uno y al otro, a Mazón y a Puig, este mes de julio les ha cambiado la vida de forma radical. El tiempo les ha metido en una nueva esfera y es otro el reloj que marca sus días. Y lo que suceda este domingo, con las elecciones generales, les puede agudizar todavía más esos cambios. Llevarles hacia un camino u otro. Porque, aunque la lectura de lo que nos jugamos en las urnas tiene una clara dimensión nacional, es más que evidente que afectará a la Comunitat y que marcará, también, los pasos que van a tener que dar el ex y el nuevo presidente en su vida política. Porque Mazón no afrontará ni logrará los mismos frutos durante su gobierno si quien está en la Moncloa es Alberto Núñez Feijóo -sólo o acompañado- o si es Pedro Sánchez. Y, asimismo, el papel de Puig en su partido, a nivel nacional y autonómico, tampoco será el mismo si el actual presidente continúa en la Moncloa que si cae tras la contienda electoral.

En el caso de Mazón, tras una campaña en la que se han afeado los agravios constantes de Sánchez hacia la Comunitat, lograr revertir la situación puede ser más viable o menos, dependiendo del resultado. O sea, dependiendo de quien ocupe la Moncloa y de si está más o menos comprometido con cumplir los compromisos adquiridos con esta tierra. ¿Quién será más eficaz para lograr sacar a los valencianos del laberinto de la infrafinanciación? ¿Con quién hay más garantías de que se terminará la guerra del agua? ¿Quién se preocupará más por acelerar el Corredor Mediterráneo, reactivar el Plan de Cercanías, eliminar los pasos a nivel, facilitar las ayudas prometidas al campo y la llegada de las multinacionales, aprobar el Derecho Civil valenciano...? Para Mazón, de entrada, la complicidad de Núñez Feijóo le puede ser proclive para, juntos, materializar los compromisos adquiridos. Y lo cierto es que el gallego debería ser sensible con esta tierra que le ha servido de plataforma para concurrir hoy a las urnas como favorito. Pero, evidentemente, todo eso no quiere decir que vaya a ser así. Falta, primero, que gane. Y segundo, que cumpla. De hecho, a Puig no le pasó con Sánchez. Dicho esto, hay que tener también en consideración otra variante: si no se cumplen los compromisos -que seguro que no será así-, al jefe del Consell le vendría mejor poder cargar las responsabilidades a un gobierno en manos de PSOE y Sumar. Le será más fácil ser reivindicativo frente a Sánchez que frente a Feijóo. Aunque no le hará falta. Gane quien gane, cumplirá. ¿Verdad? ¿O no?

Lo que parece claro es que, a Mazón, lo que ocurra hoy le marcará el terreno de juego para los próximos años. Aunque eso le pasará, de forma más evidente, a quien ya es ex presidente de la Generalitat. Porque el futuro de Puig en el partido será muy diferente si sigue Sánchez que si acaba defenestrado. Parece inevitable que, en caso de perder la Moncloa -las urnas deben decidir-, se vivirá una tremenda convulsión en el PSOE. El inicio de un tiempo nuevo en el que los barones derrotados el 28M querrán jugar las cartas que el presidente del Gobierno no les dejó al convocar las elecciones. Y querrán ganar protagonismo en el futuro del partido socialista. Y ahí, desde luego, a Ximo Puig sí que le van a encontrar. De hecho, no es casualidad su próxima designación como senador autonómico y el hecho de querer permanecer en Les Corts para mantener el control del PSPV. Dos bazas básicas para tener peso en Madrid y liderar el relevo de Sánchez con socialistas que le son próximos como Francina Armengol o Salvador Illa. Quizá también Fernández Vara. ¿Qué papel puede jugar? Es una incógnita. Pero Puig y su gestión en Valencia está bien valorada y es respetada en el PSOE; algo que le sitúa como hombre de consenso dentro del partido. ¿Tanto como para ser el sucesor? No parece que ese sea el objetivo, aunque nunca se sabe. (Para eso ya hay quien se está apresurando en postular a Eduardo Madina, frente a otros que apuntan a María Jesús Montero). Pero sí que buscaría tener un peso sólido en la organización que le permita mantenerse vivo políticamente en Madrid y en el PSPV, donde quiere pilotar su nueva hoja de ruta. ¿El reto? Dejar lista su sucesión en un par de años, si en ese momento considera que su tiempo terminó. Así frenaría las batallas internas y taponaría, de momento, el intento de Carlos Bielsa de tomar las riendas del partido. Si Sánchez gana, eso sí, la historia será muy distinta. Aunque, ahora, lo importante es que primero hablen las urnas. Después, todo se precipitará y veremos otra fotografía para la historia. Otro 'memento mori'.

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