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El agua prometida por el Gobierno de Pedro Sánchez para regenerar el lago de Valencia se ha convertido en otro frente de discordia. La ... Generalitat defiende que de los veinte hectómetros comprometidos, sólo se han transferido dos. El ministerio desmentía la mayor y decía ayer que ha cumplido. Y desde el Ayuntamiento, matizaban que el caudal que dicen haber enviado se ha quedado en campos de cultivo o ha ido al mar. Un galimatías a costa del parque de tintes sonrojantes.
La consellera de Medio Ambiente -entre otras áreas-, Salomé Pradas, afirmó hace cuatro meses en una entrevista en este periódico que la Albufera «estaba olvidada y nosotros la vamos a recuperar, a poner en valor». De momento, esa puesta en valor y su recuperación sigue siendo algo pendiente. Es cierto que una transformación de ese calibre requiere su tiempo. Y ese tiempo se les debe dar. A ella, al Consell en su totalidad, al Gobierno central y a los propios ayuntamientos colindantes con el parque. En especial, el de Valencia. Se les debe dar tiempo para que actúen, porque son, en último término, los principales responsables de la salud de este corazón verde, vital para nuestra tierra. Pero, de forma paralela, debemos poner énfasis en que lo que antes era urgente ya es una emergencia. Y no podemos, por tanto, permitirnos que las actuaciones de las administraciones implicadas queden en meras palabrerías -bien construidas y atinadas, pero sin frutos relevantes-. Es el momento de quitarnos las caretas, desde la honestidad y la autocrítica, y actuar. Hacerlo sin olvidar que el parque natural debe convivir con una población que forma parte de su paisaje y de su realidad. Y respetando, además, todos los puntos de vista -también ideológicos-, aunque poniendo el acento en quienes saben qué hay que hacer para frenar el deterioro del ecosistema, apoyándose en constataciones científicas y coyunturas locales. Y llevar a cabo toda la acción con hechos, con perspectiva de futuro y, fundamental, con unidad. Porque con nuestro corazón verde no se puede jugar. Sin él, parece claro, entraríamos en parada cardiaca.
Debería ser prioritario buscar soluciones y ejecutarlas. Pero, a su vez, mantener una vía abierta a la concienciación y divulgación de lo que ya se está haciendo, poniendo en valor a todos aquellos que están trabajando por la protección integral de la reserva natural. Sin dejar de lado que cuando hablamos de la Albufera, lo debemos hacer desde una perspectiva caleidoscópica en la que todos los implicados (por su relación con el parque) se sientan representados y puedan compartir sus inquietudes, miedos y necesidades. Hablar de la Albufera con una contundente mirada ecológica, pero también desde el punto de vista del agricultor, del cazador y del propio municipalismo. Hablar de sus lodos y los vertederos ilegales; de su falta de agua y del cultivo del arroz; de los proyectos innovadores para purificar el lago y de la recuperación de su flora y de su fauna; de los flamencos y de la necesidad de regular un turismo imparable; de las infraestructuras pendientes, del riesgo de incendios, de su arraigo cultural y gastronómico, del samaruc y la vela latina... De su «belleza útil» , como decía Josep Pla, y de la inspiración artística que dejó en Joaquín Sorolla, Blasco Ibáñez o Teodoro Llorente.
Desde LAS PROVINCIAS, junto a aquellos organismos -públicos y privados- que quieran sumarse, vamos a ir ejerciendo la presión necesaria, el control obligado y la estimulación requerida para que se cree una hoja de ruta que garantice que este pulmón de la provincia de Valencia y tesoro medioambiental de Europa se mantenga vivo, protegido de los zarpazos climáticos y blindado ante acciones humanas -urbanización e industrialización- sin ética ecológica. Lo haremos -ya lo estamos haciendo desde hace décadas- con un mecanismo que, a nosotros mismos, nos obliga a estar siempre pendientes de la salud de nuestro corazón verde. Un simposio anual, que este año cumple su tercera edición, pero que promovemos cada vez con más pasión y convencimiento de que debemos abanderar el proyecto como medio de comunicación íntimamente ligado al ADN de esta tierra. Debemos ser la conciencia que nos obligue a todos -a nivel social, político y económico- a preguntarnos qué estamos haciendo por el emblemático humedal. Un movimiento en defensa del parque natural que vivirá un momento clave el 20 de junio con una jornada de reflexión y celebración sobre la Albufera, en el año en el que Valencia ostenta la Capitalidad Verde Europea.
LAS PROVINCIAS se compromete, en ese afán de ser el mayor escaparate de la marca valenciana en España, a poner todo su potencial en hacerlo de forma rigurosa y sin descanso. Y lo haremos, de nuevo este año, revisando las promesas hechas en las ediciones pasadas de nuestros encuentros y materializando, todo lo se debata, en el Tercer Manifiesto XL'Albufera. Para que sus conclusiones sean símbolo de la unidad de todos en la defensa de nuestro mayor tesoro medio ambiental y guía para trabajar por su futuro más inmediato.
Sí, a todos nos toca preguntarnos: ¿Qué estoy haciendo yo por el corazón verde? ¿Qué hace María José Catalá y su gobierno? ¿Y la oposición? ¿Y Carlos Mazón y su Consell? ¿Y Diana Morant y todo el Gobierno de Sánchez? ¿Y tú? ¿Qué hacemos, de verdad, por nuestro entorno natural? Es el momento de comprometerse con la Albufera y con el medio ambiente desde una perspectiva más global. Porque cualquier corazón verde -pequeño o grande- contribuye a bombear el motor de todo el planeta.
Es domingo, 19 de mayo. «El bosque parecía alejarse hacia el mar, dejando entre él y la Albufera una extensa llanura baja, cubierta de vegetación bravía, rasgada a trechos por la tersa lámina de pequeñas lagunas...» (Blasco Ibáñez).
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