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Las últimas informaciones periodísticas con los detalles de la gestión de la dana dejan sobre la mesa que las responsabilidades de lo que pasó serán compartidas. Compartidas, aunque, según quién, en mayor o menor grado de responsabilidad. Ya sea judicial, política o ética. O las ... tres. En cualquier caso, es evidente que lo ocurrido no debe ser sinónimo de señalamientos personales -con crueldad reiterativa- ni de endosar las acusaciones a una única entidad o institución. Esas informaciones que estamos desvelando, lo que hacen es poner, poco a poco, el foco sobre lo que pasó y sobre cómo actuó cada cual. Y serán los hechos, más allá del ruido partidista que se quiera hacer, los que acabarán dando luz a lo que ocurrió. Eso sí, siendo conscientes de la enorme complejidad del proceso. Y que, pase lo que pase, al final, cuando afloren irresponsabilidades, negligencias y dejadez, lo que siempre quedará son las víctimas. A ellas, nada les podrá resarcir ni lo vivido ni lo perdido. De un sorbo y sin azucarillo.
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