Lo escribió el crítico César Rus tras el concierto benéfico del lunes en el Palau de la Música: «La sinfonía -'Resurrección' de Gustav Mahler- tiene ... uno de los finales más espectaculares de la historia y Dudamel nos condujo hasta la apoteosis final saboreando cada frase». La esencia de lo que fue la histórica cita se esconde ahí. En el término más repetido el día después: apoteósico. Pero también en esas frases estremecedoras de la obra a las que Rus elude: «¡Para volver a florecer has sido sembrado! / El dueño de la cosecha va / y recoge las gavillas / ¡a nosotros, que morimos!» En el acto, volvimos a ver (casi) juntos a Gan Pampols y José María Ángel. Los dos comisionados han visto cómo la dana les ha otorgado un protagonismo inesperado en sus vidas. Son, a ojos de todos, los rostros de la reconstrucción. Los dos deben asumir que, más allá de corsés políticos y presiones partidistas, han de empujar, unidos de una vez, hacia lo que exclamó el coro: «resurrección». No lograrlo sería un rotundo fracaso. Suyo y de la Comunitat. De un sorbo y sin azucarillo.
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