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El presidente Pedro Sánchez se dignó ayer a volver a Valencia. Lo hizo 81 días después de salir escopetado de Paiporta y de evitar ir ... al funeral por las víctimas. Lo hizo con un paquete de ayudas bajo el brazo, que ojalá lleguen pronto. Pero eso sí, evitó ir a visitar las zonas afectadas. Aseguró que está, más que en las fotos, con la gestión. Aunque, pese a estar tan preocupado por ella, evitó reunirse con el presidente de la Generalitat para escenificar esa coordinación necesaria que tranquilice a los afectados. Una actitud, sin duda, sonrojante por el mensaje que transmite a la ciudadanía. Porque, en esa 'no reunión con Mazón', se deja patente con total claridad que el líder socialista está metido en el tacticismo hasta las últimas consecuencias. Una cosa es su tono suave de ayer; otra, los hechos. Al final, lo que queda es el hastío absoluto de muchos valencianos por el indignante jugueteo político que ejercen nuestros dirigentes. Unos y otros. No es la foto, presidente; es la actitud. De un sorbo y sin azucarillo.
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