Desde el pasado 17 de octubre, en la caja de las letras 1263 del Instituto Cervantes, reposa el legado de LAS PROVINCIAS. Lo hace junto ... a las aportaciones de las otras cabeceras históricas del grupo Vocento. Entre los documentos de nuestro legado está el manifiesto fundacional que se editó el día antes de salir a la calle el primer número. Una declaración de intenciones que, pese al paso del tiempo, tiene toda la vigencia. Y es así porque gran parte de su argumentario se podría suscribir tal cual a día de hoy. Reflexiones que nos comprometen como medio de comunicación y que nos llevan a seguir siendo, por encima de todo, una cabecera independiente y libre, sin estar constreñida por corsés ajenos a la propia labor periodística. «Vamos a hablar al país de sus propios intereses; pero no seremos eco de ninguna de las parcialidades militantes», se lee. Con esa premisa seguimos trabajando y con ese objetivo nos asomamos a esta actualidad tan ligada a lo político y a los virajes de un mundo polarizado. Y lo hacemos con el ánimo de contribuir a ser puente para el diálogo, la reflexión y la prudencia. Tres actitudes que debemos asumir nosotros pero también reclamar a quienes gestionan nuestras instituciones. A nivel nacional, pero igualmente a nivel local. A donde, además, hay que pedirles (o exigirles) generosidad.
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Hay que hacerlo, de hecho, en Valencia donde esta semana hemos asistido a un punto de inflexión con la entrada de Vox en las estructuras de gobierno del 'Cap i Casal'. Algo por lo que debía pasar María José Catalá si quiere lograr avances en el impulso que pretende dar a la ciudad y si quiere consolidarla como urbe de referencia nacional. De hecho, debía hacerlo porque no hay más terreno de juego ante la imposibilidad de acuerdos con una oposición casi siempre a la contra.
El paso dado nace tras muchos encuentros, desencuentros y encallamientos y se ha logrado por la generosidad -forzada, pero necesaria- de ambas partes. De hecho, de las pretensiones iniciales de Vox -tener vicealcaldía única, Educación, Fiestas, Mercados....- a dónde se ha llegado -con la intermediación a nivel nacional de Santiago Abascal- hay un largo trecho. Pero era necesario llegar a un acuerdo y hacerlo sin olvidar que el mantra de la legislatura debe ser que Valencia está «por encima de todo y de todos», como subrayó la alcaldesa en su toma de posesión. Para ello, es prioritario evitar los protagonismos. Juan Manuel Badenas debería asumir, con buen talante, que el encaje de Vox en el gobierno consistorial debe tener como preferencia actuar buscando el interés general de los valencianos y sin caer en posturas sectarias o personalistas, que tanto daño hizo la legislatura anterior. El papel que juegue Vox y cómo lo juegue será fundamental. Porque, de su buena relación con el PP, dependerá que el pacto alcanzado solidifique y fortalezca la etapa que hace cuatro meses emprendió Catalá. O que, por el contrario, convierta el gobierno municipal en un sainete de disputas y zancadillas entre socios que sólo dañaría la imagen de la ciudad y la eficacia de la gestión. Como vivimos en diversas etapas del Rialto. Sólo aparcando las pretensiones partidistas más excluyentes se puede lograr. Generosidad, en definitiva, que debe venir por ambas partes -de Badenas y de Catalá- ; de manera que se vea un gobierno unido, más allá de las siglas, y que actúe con ese diálogo, reflexión y prudencia que reclamábamos al inicio.
Lo deben hacer, entre otras cosas, porque no van a encontrar aliados en una oposición que se está adentrando (o debería hacerlo) en un periodo de reconstrucción y ajustes. En el PSPV, por ejemplo, es evidente que Sandra Gómez debe pasar pantalla. Buscar nuevas metas. No es que lo diga yo; lo dicen compañeros de partido. Los que le hubiesen fulminado antes de las elecciones y los que le acompañan de cerca, que ya apuntan que necesita un 'reset'. Un comenzar de nuevo. ¿Hacia dónde? Es una incógnita. ¿Podría ser vía Madrid si Pedro Sánchez revalida gobierno? Podría. Pero sigue siendo una salida compleja. Permanecerá, de hecho, como máxima representante de la oposición, mientras no se materialice una alternativa. Aunque ya queda asentada la idea de que sus oportunidades en la ciudad se han finiquitado. E, incluso, ella misma haría bien en dar paso a un relevo que pudiera tutelar desde ya mismo, antes de que con el tiempo se lo impongan. ¿Quién? La opción de Borja Sanjuan, con visión de cuatro años, es sólida. Eso sí, la más factible, a día de hoy, sería apostar por una consolidada Pilar Bernabé. ¿Es pronto? sí; pero es el momento de perfilarlo. Puede ser una oportunidad para los socialistas ante un Compromís que zozobra. De hecho, Joan Ribó amenaza con convertirse en un jarrón chino que ya no cuadra en la habitación. Mientras él permanezca, Papi Robles seguirá sin demostrar el liderazgo que se le presumía en Les Corts. Eso sí, lo de la coalición naranja va más allá de Valencia. Su reseteo debe ser total. De momento andan en un «sálvese quien pueda».
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Es domingo, 22 de octubre. Mientras seguíamos mirándonos el ombligo, tan lejos pero tan cerca, las bombas caían. Y morían por miles.
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