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Diario de un paseante

Elogio del escaleno

Jorge Alacid

Valencia

Jueves, 6 de marzo 2025, 00:41

Aquel paseo por Chiva concluyó al pie del barranco del Poyo, cuyo puente salió malherido pero mantiene a la vista una de sus huellas dactilares: ... el código de colores que decora sus arcos, como un pentagrama de alertas que antaño servía para que un vecino, el llamado escaleno, se acercara cuando arreciaba la lluvia y diera la alarma si fuera el caso aguas abajo, provisto de un teléfono de ruleta propio de la edad analógica. Un admirable proceso, basado en la confianza en el ser humano, que se aliaba con la tecnología de entonces para poner a salvo a quienes residieran en el curso del barranco. El modelo que fue sacrificado en el altar de la revolución digital, con el triste resultado conocido. Yo me quedé mirando aquellas franjas blancas, azules y rojas (peligro máximo) y desde entonces procuro que guíen mis pasos: ejercer el oficio de informar contando con el auxilio de un escaleno imaginario. Mi ángel tutelar.

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