Aquel paseo por Chiva concluyó al pie del barranco del Poyo, cuyo puente salió malherido pero mantiene a la vista una de sus huellas dactilares: ... el código de colores que decora sus arcos, como un pentagrama de alertas que antaño servía para que un vecino, el llamado escaleno, se acercara cuando arreciaba la lluvia y diera la alarma si fuera el caso aguas abajo, provisto de un teléfono de ruleta propio de la edad analógica. Un admirable proceso, basado en la confianza en el ser humano, que se aliaba con la tecnología de entonces para poner a salvo a quienes residieran en el curso del barranco. El modelo que fue sacrificado en el altar de la revolución digital, con el triste resultado conocido. Yo me quedé mirando aquellas franjas blancas, azules y rojas (peligro máximo) y desde entonces procuro que guíen mis pasos: ejercer el oficio de informar contando con el auxilio de un escaleno imaginario. Mi ángel tutelar.

Publicidad

Ese mandato que me aplico a mí mismo consiste en escuchar. Activar los cinco sentidos, incluido el sexto, como el escaleno de Chiva afinaba la vista para compartir sus inquietudes con sus convecinos. Les socorría como confío en que algo ayude a alguien compartir por aquí mis recientes descubrimientos: ese taxista africano que en un castellano de aire francés me contaba cómo sobrevivió milagrosamente a la dana. El relato de otra compañera suya, que vio el 30 de octubre a los voluntarios en las marquesinas de la EMT y decidió llevar a la zona cero a aquellas benditas almas, incluida una chica que venía desde Burjassot, nada menos. O este caballero que durante una lluviosa mañana de marzo que algo nos recuerda el infausto día del 29-O me confiesa otro milagro: cómo resistió a la crecida del Magro en Utiel, que se llevó por delante su memoria más sentimental, incluyendo la colección de tebeos de Tintín que atesoraba desde niño. «Una puñalada», me dice. Pero al menos está aquí para contarlo.

Como se lo cuento yo, su humilde escaleno de usted.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad