Gente que viene... y bah

El recuento de urgencia que dicta este artículo incluye a unos cuantos compañeros de esta casa que con tanta paciencia nos acoge y a varios miembros del arco político, desde la derecha (Carlos Mazón, un par de veces, cuando aún no era el jefe del Palau), a la izquierda más o menos constitucional (Vicent Soler, una vez; Ximo Puig, dos), pasando por la que coquetea (más o menos) con el lado oscuro: yo vi bailar a Mónica Oltra en el delirante mitin que fue su tumba política en uno de mis paseos por el jardín del Turia y vi un día en Ruzafa a Aitana Mas, siendo consellera. Calle Sueca, mediodía. Iba de la mano de una criatura (su hija o su hijo, no me acuerdo bien), que de repente se deshizo de la protectora guía materna y la abrazó con un cariño infinito, a la altura de la cintura. Aitana se detuvo, yo pasé a su lado, ella me miró un segundo y mientras devolvía el abrazo lanzó una profunda sonrisa hacia sí misma, inolvidable. Tan inolvidable que la escena me sigue conmoviendo cuando la recuerdo, como me conmueve saber de los avances en su combate ejemplar contra el cáncer. Tan ejemplar que hoy le dedico estas líneas.