El invierno son los otros

Paseo por un cálido mediodía de invierno valenciano en compañía de quienes vienen de visita y se pasman de: a) el buen tiempo que hace ... e invita a solazarse en una terraza con el ritual del cafelito y/o aperitivo. Y b), que el paisanaje local cruza ante nosotros como es norma por la época, es decir: que si ahora es febrero, hace frío. Al vecindario le da lo mismo que el termómetro desmienta el calendario. Por un elogiable espíritu de consecuencia con el ritual de las estaciones tal cual lo aprendimos en la EGB, al otoño le sucede el invierno y aunque el cambio climático imponga sus leyes, suena la hora de ataviarse con plumíferos escandinavos, gorros de lana estilo esquimal y ropaje propio de quien vive en el Ártico. Menudean por lo tanto bufandas, guantes y botas de presquí, donde me malicio que el atuendo dominante no tiene tanto que ver con el combate contra el frío: tal vez sólo sea pura coquetería. Ganas de presumir, pecado que cada cual comete a su manera: en mi caso, con mi ropa de entretiempo (esa palabra me chifla). Mientras espío el desfile de convecinos ataviados con el logo de 'La cara norte' y otras bobadas recientes, concluyo que, como sospechaba, el invierno son los otros.