Borrar
Urgente Aemet anuncia el inminente regreso de las lluvias a la Comunitat, que persistirán durante varios días

No es una época de cambios, es un cambio de época (II)

JORGE CARDONA, CATEDRÁTICO DE DERECHO INTERNACIONAL DE LA UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

Miércoles, 21 de agosto 2024, 23:24

En mi anterior artículo, me fijaba en tres fenómenos que, pienso, marcan la nueva época: el auge de un egoísmo que tergiversa la democracia, el populismo frente a la reflexión, y la polarización frente al diálogo. Pero ese artículo terminaba señalando: ¿Es así inexorablemente la época histórica en la que nos estamos introduciendo? Es una alternativa. Pero no es la única.

En las conversaciones que tengo con la familia, en la Universidad, con los amigos, existe un punto en común: una crítica a esas tendencias y un deseo de diálogo, reflexión y búsqueda del interés general. Si usted lector leyó mi artículo de ayer y aún ha tenido paciencia para empezar este, pregúntese: ¿No le gustaría una sociedad en la que de forma serena se dialogue sobre cómo conseguir el interés general, desarrollando reflexiones bien razonadas y llegando al mayor consenso posible? No conozco a nadie (o a muy pocos) que consideren que es mejor una sociedad polarizada, radicalizada, populista y egoísta.

Entonces ¿por qué se hacen propuestas que ofrecen a los electores beneficios personales (aunque sean contrarios al interés general que es, sibilinamente, silenciado)? ¿Por qué para los complejos problemas de nuestra sociedad se aceptan propuestas simples que ocasionarán mayores problemas de los que se quieren solucionar? ¿Por qué se aplauden en política las críticas a las personas en lugar de a las ideas?

En mi opinión hay, entre otras, tres causas principales: la calidad de los dirigentes políticos; la proliferación de redes sociales y medios de comunicación que se alimentan de la polarización; y el sentimiento de que oponerse a estas tendencias no sirve para nada.

Sin duda, es más fácil utilizar consignas que reflexiones razonadas. Así, en la política española encontramos: «España avanza, adelante»; «España se está destruyendo»; «sí se puede»; «los migrantes son delincuentes»; «España siempre»; «España en serio»... Todos ellos son reflejo de otros eslóganes de otros países: «America first», «Yes we can», «viva la libertad, ¡carajo!», «Imaginemos un país distinto. Un país donde los honestos, los que se rompen el lomo trabajando, salgan ganando»... No son programas políticos razonados, sino eslóganes que fundamentan muchas campañas electorales. Los debates sobre cuestiones de fondo y políticas concretas son cada vez menos frecuentes y suelen limitarse a una crítica despiadada del contrario y a «y tú más».

Se afirma que los ciudadanos no quieren largos discursos que expliquen las complejas soluciones o los problemas de nuestra sociedad. Pero no nos engañemos, no es que los ciudadanos no quieran, sino que es más fácil criticar y polarizar que razonar y construir. Y al final el mensaje es: «vóteme a mí, porque la alternativa es terrible»; «si no me vota a mí, el país será un desastre». No pretenden convencerte de que su programa es bueno, sino de que el contrario es malo (no su programa, sino él).

La segunda causa es la proliferación de redes sociales y medios de comunicación que se alimentan de la polarización. Ello es fruto a su vez de tres fenómenos: la aparición de una serie de personajes famosos que se han convertido en 'influencers' diciendo estupideces y haciendo perder la vergüenza por realizar afirmaciones egoístas; la baja formación de muchos nuevos periodistas que no comprenden muchos de los problemas sobre los que pretenden informar; y grupos de inversión que han descubierto una alta rentabilidad fomentando la polarización y consiguiendo favores a cambio de influir a través de medias verdades en la opinión pública.

Finalmente, pese a la crítica a todos estos fenómenos, la afirmación suele ser: «Pero es la tendencia general y yo no lo puedo cambiar». Esa sensación de impotencia ante la mala calidad de los dirigentes políticos o la proliferación de redes sociales y medios de comunicación que se alimentan de la polarización lleva al desencanto y, al final, a la resignación.

Pero si he titulado estos artículos con una frase del Papa Francisco, déjenme terminar con una reflexión de la Madre Teresa de Calcuta: «A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar; pero el mar sería menos si le faltara una gota». Y lo cierto es que si cada uno de nosotros se rebela y lucha contra esas causas: no votando a los malos políticos y pidiendo que los partidos designen a personas de alta integridad y capacidades y no a populistas y polarizadores; o leyendo y escuchando los medios de comunicación responsables e integrados por buenos profesionales. Si no nos dejamos llevar por la corriente, podremos frenar la tendencia hacia una nueva época en la que prime el egoísmo que tergiversa la democracia, el populismo frente a la reflexión y la polarización frente al diálogo.

El cambio de época es imparable. Pero cómo sea la nueva época no está decidido, depende de nosotros.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias No es una época de cambios, es un cambio de época (II)