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¿Estrategia empresarial o cuestión política?
La pérdida de la sede social puede erosionar la imagen de la Comunitat como destino inversor
JOSÉ ANTONIO BELSO MARTÍNEZ, CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA APLICADA
Jueves, 23 de enero 2025, 00:18
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JOSÉ ANTONIO BELSO MARTÍNEZ, CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA APLICADA
Jueves, 23 de enero 2025, 00:18
En 2017, como parte del éxodo empresarial que llevó a centenares de empresas a reubicar sus sedes fuera de Cataluña, el Banco Sabadell trasladó su ... sede a Alicante para garantizar la seguridad jurídica y mantener la confianza ante la incertidumbre generada por el proceso independentista. Hoy, la lectura que se hace de su regreso es la de un síntoma de desescalada de las tensiones políticas y recuperación de la estabilidad. Un gesto de reconciliación con el entramado socioeconómico catalán y un mensaje de confianza encaminado a fortalecer una debilitada economía regional.
Aunque no está exenta de riesgos, desde el punto de vista estratégico, se trata de una decisión empresarial pragmática con implicaciones significativas de posicionamiento competitivo en un mercado clave. Pero quizás son las derivadas sobre la OPA hostil lanzada por el BBVA las de mayor interés. Resultaría reduccionista obviar la dificultad añadida que supone esta maniobra para la entidad con sede en Bilbao. No cabe duda de que es un factor a tener en cuenta por la CNMV en la evaluación y posteriores condiciones que imponga para autorizar la OPA. Sin duda, un movimiento 'defensivo' del Sabadell que añade una capa de complejidad a la adquisición dados los «nuevos aspectos a considerar» (Gobierno dixit).
Desde una perspectiva valenciana (y especialmente de la provincia de Alicante), el regreso del Sabadell a Cataluña representa un revés estratégico para una región donde goza de una sólida implantación territorial y un robusto respaldo empresarial e institucional. La pérdida de la sede social del banco no sólo puede hipotecar los frutos resultado de una colaboración simbiótica, sino también erosionar la atractiva imagen de la Comunitat Valenciana como destino inversor. Como bien ha señalado la Confederación Valenciana de Empresarios, de no existir un renovado compromiso entre las partes, el riesgo de un debilitamiento de los vínculos con el tejido empresarial fruto de la proximidad a su realidad socioeconómica es evidente, especialmente en sectores clave como el inmobiliario o los servicios financieros.
Sin duda, la aparente normalidad del nuevo contexto político catalán es un factor determinante en la decisión, hasta cierto punto comprensible, de la entidad financiera. No obstante, esta pérdida simbólica y económica para una Comunitat donde la entidad financiera ya venía disfrutando de ese entorno estable y benévolo que ahora busca en su lugar de origen, debe hacernos reflexionar sobre nuestra capacidad de atraer y retener inversiones de calado con capacidad de dinamizar el empleo y la actividad más allá del turismo o la construcción. En palabras de Stiglitz, la economía y la política son como dos caras de una misma moneda, inseparables y a menudo contradictorias. Esta dualidad subraya la necesidad imperante de políticas económicas firmes para retener un tejido empresarial sobrevenido fruto de unas tensiones hoy posiblemente invernadas y atraer nuevas oportunidades económicas a un territorio capaz de proporcionarlas.
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