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Un año después del cambio político tras las elecciones autonómicas y locales, la incertidumbre se suma a la eterna precariedad de las artes escénicas. Las perspectivas no son halagüeñas para una industria valenciana cuyo PIB es más elevado que el de otras consideradas 'necesarias'. La ... cultura para pensar es imprescindible si se desea el progreso social y una inversión porque alimenta a muchos oficios.
Esta temporada nos ha dejado la tristeza de la desaparición de una modesta sala imprescindible para las compañías emergentes: Ultramar. Obligar a convertirse en empresa para optar a una subvención a una sala de cuarenta butacas condena a la extinción a quienes no poseen interés comercial y apuestan por una programación novel e interesante. La administración debería situar los criterios artísticos por encima de los burocráticos. Aunque lo penoso es que no pase nada cuando desaparece un espacio cultural.
El triunfo de la burocracia y del ultralegalismo sobre lo artístico genera más incertidumbre porque es un añadido a las decisiones políticas. Este ha sido un problema que el gobierno del Botánico no resolvió e incluso agravó. En esta tierra todos nos conocemos: solo hay que poner en las comisiones a especialistas ajenos a marcos ideológicos, clientelares o paternalistas. Y no provocar polémicas como la generada con el término 'cultura blanca', acuñado hace décadas y ahora reutilizado. La cultura, sea blanca o negra, tendría que solucionar problemas como el generado con el Circuit Teatral Valencià, algo que debió funcionar mejor y que no podrá funcionar sin la escucha asertiva a los profesionales. El futuro inquietante llega incluso a los Premios de las Artes Escénicas Valencianas porque en julio ya se trabajaba en ellos y ahora su celebración es una incógnita. Aunque deberían estructurarse mejor desde principio de temporada y, a su vez, 'vender' fuera los montajes ganadores con perspicacia. Siempre nos quedará lo consolidado, como el MIM de Sueca o el Escenia de Foios, entre otros festivales.
Cambiaron las personas. Dijeron adiós Abel Guarinos y Roberto García. En su último año programado, García mantuvo la apuesta pública por el circo y la danza, con un magnífico festival Dansa València dirigido por quien lo ha sustituido en el cargo, María José Mora, además de haber impulsado el extraordinario proyecto de las tres versiones de 'El lector por horas' de Sanchis Sinisterra. Incluso el ciclo de compañías valencianas del Rialto tuvo mayor brillantez que otras temporadas. El Principal sigue siendo un lunar por su discontinuidad y falta de una línea clara. ¿Y para cuándo un festival de teatro de texto en la ciudad de Valencia?
En este sentido, Escalante volvió a triunfar esta temporada con una programación excelente para infancia y juventud, cuatro producciones propias y espectáculos valencianos notables. Los teatros municipales siguen su línea coherente, con la calidad de la exhibición del TEM y la minoritaria de La Mutant. Algo importante nos han deparado: la primera semana de julio han anunciado la programación posterior al verano. Esperemos que ello se convierta en un hábito del resto de teatros públicos. A finales de marzo se pueden comprar entradas para el festival de Mérida y hasta finales de junio no conocemos lo que ofrecerá Sagunt a Escena.
Tenemos unas artes escénicas valencianas notables, con excelentes profesionales y creaciones. Sin embargo, la debilidad de nuestro sistema cultural no facilita la longevidad de su exhibición. Casi todas las obras apenas duran unos días en la cartelera. Las más afortunadas se reponen unos meses después. En Madrid se quejan de que apenas están en cartel seis semanas. En la Comunidad ya quisiéramos que duraran seis días. Rara es la permanencia de una obra en cartel dos fines de semana. Es imposible competir en unos premios Talía, por ejemplo, porque exigen quince representaciones y pocas las alcanzan. Aunque Olympia Metropolitana y SAGA Producciones van coproduciendo montajes nacionales, lo cual es una manera de entrar en la amplitud de mercados de exhibición.
Por nuestros escenarios han pasado esta temporada figuras nacionales: Josep Maria Flotats, Ron Lalá, Juan Mayorga en tres ocasiones, José Sacristán, Ana Marzoa, Javier Gutiérrez, Luis Bermejo, Toni Acosta, Pedro Casablanc, Alberto Velasco, El Espejo Negro, Candela Peña, Dagoll Dagom, Ricardo Darín, Ricardo Iniesta y Atalaya, Joaquín Notario, María Adánez, Belén Rueda, etc. Y entre los nuestros, hemos podido disfrutar de nuevas creaciones de Sol Picó, Asun Noales, Chema Cardeña, Paco Zarzoso, Marcos Morau, Begoña Tena, Rodolf Sirera o del magnífico circo de La Trócola o Federico Melani. Hemos celebrado los treinta años de Albena, con un Carles Alberola pletórico ofreciendo tres estrenos, y los cincuenta de L'Horta Teatre. Estos nombres son unos pocos entre los muchos merecedores de un monumento al lento caminar del funambulista ante la escasa inversión privada en cultura.
Ha habido sorpresas excelentes como 'Carta de una desconocida' de Rossana Martínez, y la revelación de la temporada, 'Core' de Arantxa Cortés, la obra de la generación Z, quien promete mucho a sus veintiséis años . El poder de la creación valenciana hay que aprovecharlo y es loable que la empresa teatral, pública o privada, siga apostando por la calidad de lo nuestro, además de ofrecer trabajo a nuestros actores y técnicos. Sin olvidar las bondades de fuera.
Como remate, una gran noticia es la aprobación de la Ley de Enseñanzas Artísticas Superiores. La Universidad Complutense de Madrid ha desarrollado ya el programa y es pionera en poner en práctica los estudios. Aquí seguiremos esperando. Mientras tanto, nuestra Escuela Superior de Arte Dramático sigue sin disponer de un teatro para sus alumnos. Igual hasta se soluciona.
Como posdata, el deseo de que nuestros representantes políticos consideren a las artes escénicas como un bien esencial. A Madrid y Barcelona se unió el País Vasco para pasarnos de largo y esperemos que Málaga y Sevilla no lo hagan pronto. Cualquier comunidad necesita el teatro como tarjeta de presentación y signo de progreso social. Estaremos atentos a la deriva de la próxima temporada. Feliz verano.
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