Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo

No se le vio demasiado preocupado a Albert Rivera por la situación de Ciudadanos. El que fuera su líder, el mismo que lo llevó hasta los 57 escaños en abril de 2019 y lo dejó caer hasta los 10 seis meses después, dijo este jueves ... en Alicante querer ser «respetuoso» con la situación del partido. ¡A buenas horas! Rivera no quiso entrar a valorar el juguete roto que es ahora la formación naranja, ni el lastimoso proceder de su dirección en la Comunitat. Cs, o sus principales dirigentes, han decidido jugar la baza de la continuidad del tripartito. No porque esa opción mejore las posibilidades de su partido de sostenerse en Les Corts -un escenario imposible a la vista de todas las encuestas-. Se trata únicamente del intento de algunos cargos de asegurarse a medio plazo un sustento, un cargo o un favor. Porque sólo de esa manera puede entenderse que el mismo partido que abjuró de los nacionalismos, que identificó con acierto a Podemos con el PCE, que criticó con tanta reiteración los acuerdos del PSOE con ERC y Bildu, ahora acepte ese papel de muleta del tripartito para renovar deprisa y corriendo la Sindicatura de Comptes y el Consell Jurídic Consultiu, entre otras entidades. Cs ha decidido colaborar en esa carrera a la desesperada del Botánico que desprende tanto aroma a miedo a la derrota en las urnas. Y para ello, ignorando la necesaria cohesión interna con la que debe contar un partido para dar un volantazo de este tipo, se ha lanzado a comprometer el apoyo de al menos ocho diputados de su grupo, que unidos a los 52 del tripartito permitirían sumar la mayoría exigible.

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Las prisas del tripartito y el tiro en el pie de Cs han llevado al PP a aceptar el órdago. Un all-in, que se suele decir en póker cuando se va con todo. Puig y el Botánico se la juegan a que tiene el suficiente nivel de control sobre Ciudadanos como para aprobar la renovación de órganos y entidades estatutarias antes de que llegue el 28-M. Y el PP de Mazón acepta el reto y se mantiene en su negativa a aprobar la renovación de unas instituciones que, dicho sea de paso, podría afrontar después de las elecciones en condiciones mucho más favorables.

Ocho diputados pueden ser muchos o pocos, según se mire. La duda es si lo que se les propone a los de Ciudadanos, traicionar el espíritu con el que nació el partido para hacerle un favor a la izquierda valenciana a cambio de quién sabe qué, encuentra suficientes ingenuos. Porque entra dentro de lo posible, aunque no parezca la hoja de ruta por la que apuesta la izquierda parlamentaria, que el tripartito acabe manteniendo la hegemonía electoral y pueda premiar a los colaboradores tal y como ya ha hecho en alguna ocasión precisamente con otros excargos de Ciudadanos, que acudieron a savlar al Botánico. ¿Pero a ocho? ¿Tanto habrá para repartir? ¿Alguien se lo cree?

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