Moción de censura

Además, la secretaria general del PSPV, Diana Morant, se acaba de encargar de proporcionarle un balón de oxígeno con ese anuncio de ni sí ni no a una moción de censura contra el president. La debilidad política de Mazón puede aconsejar, a ojos del PSPV, la iniciativa. Pero lo cierto es que los socialistas valencianos no cuentan con los votos necesarios para sacarla adelante, no pueden presentar a Morant de candidata porque no es diputada, la iniciativa suena mucho a jugada de la líder del PSPV para tratar de recuperar el foco que le ha robado Pilar Bernabé y, lo que resulta más llamativo, casa mal con ese discurso que se ha venido sosteniendo hasta la fecha de que los socialistas, todos y cada uno de ellos, están ocupándose de la reconstrucción. ¡Pues parece que están dispuestos a hacer un 'break'! Ese debate, si finalmente llega a producirse, recuperará como no puede ser de otra manera todo el ruido sobre lo ocurrido el 29 de octubre. De hecho, socialistas y Compromís no tendrían mucho más interés que el de acentuar los vacíos de la agenda del president durante ese día. ¿Y Mazón? Salvo decisión estratégica mejor fundada, el jefe del Consell dispondría de la tribuna de Les Corts para hacerle una moción de censura encubierta a... Pedro Sánchez. Porque qué mejor defensa de la gestión de la dana que la que constata las ausencias del presidente del Gobierno desde el 3 de noviembre, que la exvicepresidenta Teresa Ribera no se haya dignado pisar Valencia ni una sola vez desde la dana -y de premio la hiciera vicepresidenta de la Comisión Europea-, y que el presidente de la CHJ, Miguel Polo, se haya escondido para no tener que dar una sola explicación, sin que ello haya provocado que todas esas cadenas de televisión que en ocasiones resultan tan incisivas le hayan plantado una cámara delante de su despacho a la espera de conocer sus opiniones.

Una moción de censura es una herramienta política más, que no necesita de su aprobación para ser útil. PSPV y Compromís parecen estar dispuestos a dar ese paso. Pero con un candidato 'fake' -sea Muñoz o cualquier otro- y con un relato que también tiene lagunas, la rentabilidad de la operación puede ser discutible. Mazón no tiene la sartén por el mango, pero no hay ningún otro que la haya cogido. Feijóo tampoco.