Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

Los que nos asomamos siquiera a la superficie de la actividad de los partidos políticos acabamos intuyendo la realidad de unas organizaciones que, bajo la ... pretensión de defender objetivos nobles, son en realidad verdaderos engranajes diseñados para machacar carne. José Luis Ábalos pasó de ser el todopoderoso número 3 del PSOE, el responsable de Organización y ministro de Transportes, la mano derecha de Pedro Sánchez, a poco menos que un guiñol, zarandeado de forma inmisericorde por los suyos, apartado y ridiculizado pese a los servicios prestados. Sánchez pensó quizá que ofrecer la cabeza de su estrecho colaborador bastaría de cortafuegos. A estas alturas ya sabe, por la vía de su hermano, de su mujer o del Fiscal General del Estado (FGE) que los cortafuegos no siempre funcionan. Las encuestas situaban a mediados del pasado mes de octubre a Carlos Mazón en disposición de alcanzar la mayoría absoluta en las próximas elecciones autonómicas. El líder del PP valenciano surfeaba la ola de la popularidad, con un discurso fresco y una oposición desnortada. Cuatro meses después, Mazón se encuentra peticiones de dimisión casi a diario por parte de la oposición, manifestaciones de ciudadanos que también se la reclaman, y encuentra un respaldo más que raquítico en su propio partido, preocupados unos en el sálvese quien pueda y otros en el quítate tú para que me ponga yo. Diana Morant se las prometía muy felices cuando fue elegida en 2021 ministra de Ciencia. Y más todavía cuando se encontró, sin pelearlo, con la secretaría general del socialismo valenciano. Se va a cumplir este mes de marzo un año desde esa última designación, y Morant goza del mismo nivel de conocimiento público -prácticamente nulo-, tiene que escucharse un día sí y otro también que la delegada del Gobierno Pilar Bernabé sería mejor candidata para la Generalitat que ella, y se demuestra incapaz de impedir la batalla por el liderazgo provincial de Valencia escasos cuatro meses después de la dana. Francisco José Gan Pampols fue elegido el 19 de diciembre vicepresidente segundo del Consell. Una suerte de fichaje estrella para reactivar la labor de un Gobierno en estado de shock después de la dana. Teniente general, currículum intachable... Gan Pampols ya ha podido comprobar en primera persona que la efectividad del mando militar tiene poco que ver con el político. Y sus compañeros de Gobierno, que las recetas del militar en la reserva, siquiera con los 2 millones adjudicados a PwC, retrasan más que aceleran las obras de reconstrucción. Francisco Camps presidió la Generalitat entre 2003 y 2011. Pocas figuras políticas sufrieron el nivel de acoso que él tuvo que aguantar durante más de una década, con una sucesión de portadas en medios de comunicación y con el proceso de ridiculización mediática al que se vio sometido. Resuelto felizmente para él su horizonte judicial, Camps mueve ficha en búsqueda de una rehabilitación política que no tiene una hoja de ruta decidida. Lo hace, eso sí, en el peor momento para su partido, con un liderazgo en horas bajas, exhibiendo el respaldo de algunas de las viejas glorias que le acompañaron en su trayectoria. Camps tiene un objetivo comprensible, pero lo lleva a cabo de la peor manera posible para el PP valenciano, acentuando un horizonte de inestabilidad que él jamás habría permitido ni permitió en su etapa como líder regional. Partidos políticos y picadoras de carne tienen más cosas en común de lo que parece. Muchos ya saben que acercarse a los unos o a las otras resulta delicado. Porque el riesgo de despedazamiento es más que evidente.

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