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A Sandra Gómez le han hecho una jugarreta, o eso parece. La filtración de su nombre como posible relevo de Inmaculada Rodríguez-Piñero en la ... candidatura del PSOE para las elecciones europeas ha acabado derivando en un mensaje claro desde el equipo de Diana Morant. De eso no toca hablar todavía. Una referencia que deja entrever, bien que ha molestado que se filtrara ya su nombre -éxito de Radio Valencia-, bien que la exvicealcaldesa no tiene por qué ser la elegida para asumir ese puesto. Ir en la lista para las elecciones europeas, especialmente si se ocupa un puesto de salida, es toda una bicoca. Un chollazo con un magnífico sueldo -no exento de sacrificio y esfuerzo, no lo dudo-. Gómez podría estar encantada de que pensaran en ella para formar parte de esa candidatura. Quizá incluso lo esté. Lo que ocurre es que su caso, tras repetir hasta en tres ocasiones como candidata socialista (dos veces aspirante a la alcaldía, y una tercera en la lista encabezada por Joan Calabuig) suena a otra cosa. Da la sensación de que proponer su nombre para incorporarse a esa candidatura no era otra cosa que la mejor fórmula que habría encontrado su partido para 'despejarla' del grupo socialista del Ayuntamiento de Valencia. A ver, entiéndase que la portavoz socialista no molesta en el grupo municipal. Antes al contrario. Otra cosa es que en ocasiones los partidos -también algunas empresas- no encuentran forma mejor de apartar a algún responsable que encargándole otra responsabilidad, quizá mejor pagada, que incluso pueda asemejarse a un ascenso o reconocimiento. Gómez tenía pocas o ninguna opción de volver a encabezar la lista de su partido al Ayuntamiento de Valencia. Lo sabía ella y lo sabe su partido. Darle una salida, que es la forma diplomática de decirlo, parecía obligado. Antes de las elecciones autonómicas incluso se especulaba con que en una tercera edición del Botánico, y si al PSPV de Valencia los comicios le salían tan mal como acabó ocurriendo, Puig podría plantearse incorporar a Gómez a su Consell, precisamente para iniciar el proceso de sucesión de la líder socialista, tanto al frente del partido como del futuro cartel electoral. Puig no ganó, y esa parte de la hoja de ruta saltó por los aires. También se especuló en algún momento -especulaciones, ya se sabe-, que Gómez podría ser una de las incorporaciones valencianas al Ejecutivo de Pedro Sánchez. La idea quedó en especulación, porque a día de hoy esa decisión no se ha tomado. Y en esto que aparece Rodríguez-Piñero para comunicar que renuncia a formar parte de la candidatura -que es la forma que se elige en política para vestir el final de una etapa-. Y tan pronto como se abre el hueco, aparece el nombre de la líder del partido en la ciudad de Valencia. Y vaya a ser o no la elegida, lo cierto es que la rumorología no ha hecho más que certificar que el debate en su partido está abierto. Gómez tiene preparación de sobra como para asumir el puesto -más allá de sus circunstancias familiares-, aunque habrá quien pueda pensar que sus merecimientos políticos, en forma de resultados electorales, quizá no merecerían un reconocimiento tan lustroso. Antes de las listas electorales de 2027 llegará el congreso del partido en el cap i casal. Y es muy probable que ese cónclave certifique el final de la etapa de Gómez al frente del partido en la ciudad -si su eventual destino en el Parlamento Europeo no precipita antes su salida-. A menos de una semana para la elección de Diana Morant, el terremoto en el PSPV comienza a dejar consecuencias. O lo controla cuanto antes, o el partido se le irá de las manos.

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