Tal día como hoy pero del año 1994, o sea, hace treinta años, la capital del Turia relanzaba sin saberlo una nueva era ibérica de la movilidad. Era la culminación de las obras iniciadas en enero de 1991, que reponían este 21 de mayo el ... tranvía moderno en España. De este modo Valencia fue primera en reimplantarlo, aunque no le venía de nuevo. Ya lo fue, en su provincia, en Carcagente, el primer tram·way de España, en 1864. ¿Pero qué pudo hacer cambiar súbitamente la opinión de que el tranvía era cosa del pasado? Porque sólo hacía 24 años que el alcalde López Rosat había retirado los de aquella primera época en su ciudad...
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En realidad era todo un cúmulo de casualidades de las que el ingeniero de caminos Cayetano Roca, a la sazón director general de Transportes era conocedor, contando con la complicidad del conseller Eugenio Burriel.
Tras los anteriores intentos de sustituir por trolebuses los tranvías, el edil Rincón de Arellano tomaba las ruedas de acero por peligrosas, en comparación con el neumático del autobús. Después vino el Premetro de Bruselas que otro alcalde, Miguel Ramón Izquierdo, pretendía importar (una combinación progresiva de sistemas de desplazamiento en superficie y subterráneo), pero lo cierto era que el tranvía en España se había reducido a dos diminutas líneas turísticas y había desaparecido como servicio público masivo y generalizado, al contrario que en la mayoría de países dónde no se le veían tantos inconvenientes. Por otra parte la reciente aparición de una serie de perfeccionamientos técnicos como en las redes de Nantes y Grenoble (Francia) o el frenado potente entre otros, hacían ver al ministro galo de Obras Públicas, Sr. Cavaillé, que había retornado la hora de este medio de transporte guiado sobre carriles. Incluso Paris, habiendo erradicado los tranvías en favor del metro y el ómnibus en 1938, hizo lo propio en 1992.
Nada era ya como antes, el aire acondicionado o el aviso de paradas serían de uso corriente. Y así el 6 de marzo de 1990 se presentaba el ambicioso Programa de Ampliación del Metro de Valencia en el que, curiosamente y como rabiosa actualidad, se presentaba un proyecto de vuelta del tranvía, aunque como nefasta coincidencia fallecía poco después el nonagenario ingeniero industrial y visionario Ernesto Rodriguez Iranzo, que con José Gay, habían diseñado el tranvía largo y aflautado de Valencia en los años cuarenta. El llamado zepelín.
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Ahora la prioridad no era sino la intención de actualizar la comunicación entre barrios, largos años postergada, pero sobre todo mejorar la imagen urbanística que vallas y basuras impedían en todo el antiguo recorrido del trenet, como eran las calles Florista, Montdúver, Doctor Vicente Zaragozá, Camino de Vera (luego Av. Naranjos), y no digamos la penosa fachada marítima formada por calles Astilleros o Clot. Sin embargo aquello que antes era competencia municipal con la asistencia de SALTUV (antecesor de la EMT), pasaría a ser implantado por la Generalitat Valenciana, dado que se trataba de su dominio en el trazado de la anterior FEVE. A decir verdad no era más que seguir uniendo Ademuz (el Empalme) con la estacioneta del Puente de Madera y el Grao, con una única salvedad: la de contornear el que iba a ser nuevo parque de Marchalenes, dejando para el recuerdo y la nostalgia esa isla verde que fuera antes enclave original de nuestro antiguo ferrocarril suburbano del año 1888. Único recinto ferroviario casi completo en Europa y que pudo conformar un curioso museo, con lamentable dilapidación.
El concepto innovador no tardó en plasmarse contra todo pronóstico, y con una fórmula aparentemente original, como son los específicos semáforos de barras luminosas o las puertas de acceso a convoyes a un único lado. Aunque ambos eran ya de antiguo aspectos exclusivamente levantinos. Ahora los coches obviamente de piso bajo (todo el equipamiento salvo motores se sitúa en el techo), serían por ello más seguros al subir o apearse, ya que se trata de un carrusel que siempre 'gira' en el mismo sentido y en doble vía, y proporcionan una única cabina de conducción con un extremo opuesto en forma de mirador. Me refiero a los tranvías originales de la marca alemana Siemens-Düewag, ya que el otro modelo posterior, el Bombardier, es distinto.
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Y para concluir baste señalar que la experiencia valenciana no ha sido en balde. Los seguidores que han repuesto sus respectivos tranvías urbanos en España han florecido por doquier y por este orden en sendas ciudades, entre los años 1999 y 2022: Alicante, Bilbao, Barcelona. Madrid, Tenerife, Sevilla, Vitoria, Zaragoza, Murcia, Granada y Cádiz, habiendo al menos otras ocho expectativas confirmadas.
Y nuevamente que magnífica ocasión perdida, de impacto turístico indudable, para con dicha excusa no poder contemplar una exposición alusiva al acto o al estilo de las cabalgatas centroeuropeas de vehículos veteranos, puestas en marcha en eventos similares. Mientras, la llamativa colección de artefactos históricos duerme esquilmada y carcomida en Torrente. ¿No se trataría también de recordar nuestra contribución a la historia de este avance en la Península?
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