Ante mí, el discurso de la proclamación de la Fallera Mayor de Valencia del año 1958, del insigne Martín Domínguez, que me ha venido a ... la memoria como preámbulo ante la reclamación de aquella atención vecinal después de la inundación.
El presente motivo no es otro que lo sucedido el pasado lunes día 18, al despuntar el día en los talleres de Machado de MetroValencia, junto a Alboraya. Nos sorprendía un tráiler enorme, de más de treinta ruedas, con un par de ancianos automotores encima. Camión que destrozó sin rubor parte de la calzada, dado su peso y longitud. Era la carga de dos vehículos procedentes del antiguo Trenet, de la época de FEVE, que entre 1978 y 1985 habían revivido circunstancialmente, para llevar a los viajeros entre pueblos cercanos a la ciudad del Turia, o para la renovación de catenarias de electrificación de nuestro moderno suburbano, y ahora por desgracia partían para nunca volver.
Y como ha pasado desapercibido para la mayoría de los ciudadanos, lo señalo hoy aquí, ya que se trata de piezas muy buscadas. De ahí, que al igual que hace sesenta y cinco años con aquellas fallas postriada, aflore la indignación popular de algunos conocedores del tema. Porque hay que aclarar que vehículos destinados al Museo del Transporte de la Comunidad Valenciana como éstos, (alguno como la jardinera de caballos de 1890 que hallé en Bétera), vienen siendo cedidos, regalados, canjeados o como sea, desde hace más de cuarenta años y al igual que todos los gobiernos autonómicos de todos los colores anteriores, a otros museos de nuestros vecinos del norte, este y oeste, sin que nadie lo impida. No sólo eso, sino una única colección de uniformes, telégrafos y teléfonos, planos, objetos varios, etc., atesorada en Valencia como nadie, ya no figura en su haber. Y mientras, nuestro Museo sin arrancar.
Esta vez se trata de gloriosos trenecillos con gran historia a sus espaldas, que fueron pioneros en la modernización del transporte de la España interior. Y de cuyos contados ejemplares supervivientes, al contrario que en Valencia, apenas quedan existencias. De ahí su orquestada captación. Y ahora se hurtan casi casi de tapadillo, con operación gestionada por un conocido intermediario catalán, a un museo de Ponferrada en primera instancia. Dios sabe, si repintados y desfigurados convenientemente, aparecerán en otra parte de Europa después. Dos locomotoras de vapor centenarias y varios vagones ya están fuera de nuestra jurisdicción regional formando atracción turística multitudinaria.
Éstos tienen una curiosa procedencia: una es una dresina de mantenimiento CONORSA, pero el otro automotor diésel, un BILLARD de origen francés del año 1956, es un vehículo notable de la historia del ferrocarril secundario ibérico, dado que su modelo inició la modernización de casi todos los ferrocarriles secundarios de la piel de toro según un Plan Nacional de Ayudas, tres años antes. Matriculado como número 2101, su serie constaba de treinta ejemplares, que circularon por Andalucía, la Mancha, Murcia, Alicante, Madrid, Castilla-León, etc. No en vano el jefe de la expedición en tono burlesco, afirmó este lunes posando ante el botín: «Es nota que no sabeu el que digau ni teniu».
Y no andaba mal encaminado el furtivo acaparador, porque a una colección de trenets y tranvías que a algunos no nos fue nada fácil localizar y promover su posterior conservación pública desde 1977, donaciones privadas y colección SALTUV incluídas, y ya ha llovido, ha sucedido una suerte de «propiedad privada» de un antiguo director que lo enajena y blanquea todo sin pudor ni acreditación fehaciente alguna. En especial como ahora ha sucedido, se retiran de la colección, aquellos vehículos en perfecto estado de uso y que los responsables del Taller de Historia o futuro museo, saben perfectamente que son sumamente necesarios para poder desplazar fuera de la nave al resto de trenes ya desprovistos de motor. Se nos dijo que el cobre pesaba demasiado y había que quitarlo de los tranvías en las pocas horas que pudimos visitar las instalaciones, en 2016.
Un fraude sin límites, tal vez el mayor de nuestro entorno en los últimos años, que ya ha esquilmado lo más selecto de la práctica mitad del parque reservado a este fin hoy depositado en Torrent, a merced de excrementos de palomas o la carcoma, en pésimo estado sin dotación o controlas y llenos de grafitis, la mejor colección de tranvías de España, que marcaba carácter como en cada capital.
Debería ser un museo vivo que es lo didácticamente aceptable como en el resto de España. Dónde incluso se permite conducir al visitante. Por cierto, movimientos económicos de caja que no aparecen aquí en las Memorias anuales de FGV, nuestra primera empresa pública autóctona del transporte subterráneo, y que sostenemos entre todos.
Se dice que esta transacción de vehículos históricos formaba parte de una de las claúsulas del extinguido Pacte del Botànic desde julio pasado, sin embargo avisadas las autoridades pertinentes este reciente 22 de noviembre, nadie se ha hecho eco de tal aseveración. ¿No sería conveniente que el Museo del Transporte dependiera directamente de Cultura en vez de la Consellería de Transportes y sus restauraciones fueran académicas y regladas, supervisadas por la Universidad Politécnica, amén de que su archivo histórico se custodiara adecuadamente sin estar en un barracón enmedio de un aparcamiento a la merced de incendios? ¿Es mucho pedir que se permita el asesoramiento desinteresado a los viejos profesionales?
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