La tragedia de la Dalia Negra
El 15 de enero de 1947, en un descampado próximo a una zona residencial de Los Ángeles, apareció el cadáver seccionado y mutilado de Elizabeth ... Short, una joven venida de Medford, en el estado de Massachusetts. Tenía sólo 22 años. Por su cabello oscuro y su querencia por los vestidos de esa misma tonalidad, también por influjo de una película entonces recién estrenada, 'The Blue Dahlia' -con guion de Raymond Chandler-, recibió el apodo de la Dalia Negra, con el que pasaría a la historia de los crímenes nunca resueltos. Desde entonces, han sido muchas las teorías que se han manejado sobre la autoría del homicidio, que llegó a obsesionar a personajes como John Gilmore o David Lynch, que sirvió a James Ellroy como pie para saldar cuentas con sus fantasmas particulares y que acabaría incluyendo entre sus innumerables sospechosos al mismísimo Orson Welles.
A la fructífera industria montada en torno a la muerte de esa pobre chica de la costa Este -que acabó partida en dos a un tiro de piedra de Hollywood- nos acerca con oportuna acidez Beatriz García Guirado en su ensayo 'La chica muerta favorita de todos'. Tras repasar los hechos conocidos en torno al crimen y a la vida de la víctima, y el caudal ingente de especulaciones más o menos delirantes producidas a propósito de ellos, la autora del ensayo, sin ser inmune a la curiosidad tortuosa que despiertan estas historias, nos invita a una reflexión de mayor calado.
Tiene que ver dicha reflexión con el propio genero del 'true crime' y con el enjambre de detectives aficionados que atrae, a menudo en busca de pretextos para proyectar su ego, más que de la verdad y menos aún la justicia para las víctimas. De estas bien pueden llegar a olvidarse o a reducirlas a caricatura -en el caso de Short, la chica ligera de cascos que juega con fuego y se quema-, lo que redunda, a la postre, en la pérdida de la esencia de la historia tras la vana hojarasca de detalles sórdidos.
Beatriz García Guirado da un bofetón en su ensayo a quienes dejaron el crimen impune
Por lo que a Short se refiere, viene a decir García Guirado, no sólo quedó el crimen impune, sino que la Dalia Negra opacó la verdadera tragedia que había detrás: la de una chica corriente que fue a parar a una ciudad reprimida y corrupta, donde eran legión los seres rotos y solos y los impostores curtidos en ocultar tras una fachada su auténtico ser, y que junto a ellos y a merced de ellos vio cómo su camino se truncaba, sin que a quienes se aplicaron a indagarlo -por lo general, hombres- les interesara otra cosa que convertirla en un argumento para su espectáculo particular. En fin, un bofetón en toda regla. Y qué bien dado.
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