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Al margen de los botijos blancos y porosos tan buscados en verano, en Agost (Alicante) existe un valioso museo de 4.500 objetos en los que destaca la labor del bordado conseguido con una jeringa llena de barbotina. Gota a gota, sobre la superficie lisa ... del botijo, fuente, plato o bandeja, se trazan caprichosas flores, espigas, ramos o guirnaldas que realzan las piezas. Al artístico trabajo, que se ha mantenido por auténtica profesión local, hay que agradecer el impulso que dio Ilse Schütz, artista y científica alemana que fundó el museo hace décadas, cuando descubrió Agost y se entregó al estudio y difusión de tan peculiar artesanía, a la vez que recopilaba todo un ayer etnológico.
Confiesa Ilse Schütz que llevada por su afán de la alfarería compró una vieja fábrica y cuantos objetos podían reconstruir el pasado, desde fotografías a los instrumentos que usaban para pintar y decorar; también inició la búsqueda de piezas que habían rechazado o guardado, y así comenzó tan admirable colección. Respetó los hornos antiguos morunos. acondicionó dos apartamentos para quien deseaba estudiar y conocer el estilo del bordado y reprodujeron piezas de antaño, destacando el jarro de novia que lleva diecinueve elementos diminutos adornándolo.
i Este artículo es resumen, realizado por la autora, del capítulo correspondiente de su libro
Artesanos de Valencia , publicado por la Diputación Provincial de Valencia en 1986.
Entre las piezas merecen destacarse los deliciosos ángeles naïf y los marcos policromados de Juan Boix, quien creó la caseta del cementerio de su familia, lo que fue donado por su nieto, Andrés Castelló Boix. También sobresalen los botijos que pertenecían al ajuar de la novia, con apelativos curiosos como 'mamella de tres panches', 'cabut', 'tambor', 'castaña' o 'culo recostado'; muestras en las que no falta el humor. No olvidemos que en el área etnológica recuperó la costumbre popular de 'els xiulitets' para el domingo de Resurrección, en cuya procesión se anuncia que Cristo ha vuelto con la alegría de los gorjeos de pájaros de alfarería y susurros de agua. La tradición de tan peculiares pajaritos estaba en pleno declive, cuando Ilse salió en su rescate y promoción. El plástico había terminado con ellos, pero desde que se decidió a demostrar la diferencia en Alcoy la demanda de 'xiulitets' se ha multiplicado. La gran ceramóloga estudió español y siguió cursillos de trabajo en el torno y de formación cerámica. En unas jornadas celebradas en Alicante surgió «el flechazo» y descubrió Agost y la fábrica donde iba a concentrarse la impresionante colección.
Además de la instalación de aulas y talleres, que se han ido ampliando en el centro-museo, se crearon clases especiales para niños, donde se inician con las nociones de alfarería práctica. En nivel superior cuenta con los vídeos que ha dado a conocer en congresos nacionales e internacionales, tanto en español como en inglés.
Ilse Schütz es hija adoptiva de Agost, miembro fundador de la Asociación de Ceramología de España y una autoridad en temas relativos a la tipología de hornos alfareros y en cerámica negra. Es también Premio Nacional de Cerámica por sus investigaciones históricas y etnológicas, concedido en 2011 por la Asociación Española de Ciudades de la Cerámica.
Con los proyectos y cursos futuros para extranjeros, las puertas quedan abiertas para la alfarería bordada de Agost.
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