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El Desván, en la calle Puerto Rico, recuerda a las buhardillas que ocupaban la última planta de las fincas del Ensanche comprendido entre la calle de Colón y la Gran Vía Marqués del Turia; el porche donde se fueron acumulando objetos y pequeños muebles de ... los que dolía desprenderse, pero que resultaban innecesarios. Lo mismo se descubría una sombrerera, en cuyo interior aún quedaban tocados de paño y tul, como juguetes de madera, una imagen de santo mutilado al que se tenía gran devoción, con rosario colgado al cuello, o una jaula de pájaros, de periquitos que murieron empeñados en no pronunciar ni una palabra, por mucho que la abuela repitiera: «periquito, periquito bonito, besitos, besitos...»

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lasprovincias El Desván, íntimo café