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Porque las gárgolas parecen reírse eternamente de normas morales, porque debieron asustar con su sarcasmo de piedra y denuncia de lo oculto, a Paco Jarque le atrajeron siempre y captó sus múltiples expresiones según la luz y el momento, dotándolas de inquietante vida, para ser ... tema central de una de sus más populares exposiciones.

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Más de una vez confesó, con su eterna inquietud, que las gárgolas eran en la Lonja de la Seda una trayectoria de múltiples estudios; un gran puzzle de imágenes que iban desde el salón columnario, o sala de contratación, hasta la escalera de caracol que conduce a la torre.

  • liEste artículo es resumen, realizado por la autora, del capítulo correspondiente de su libro Jarque, la càmera i la vida, publicado por la Diputació de València en 2019.

Comparable también este ámbito al de arquivoltas con figuras, como los hipópodos que parecen inspirados en los grabados de 'Liber Chronicarum' de Schedel o en 'Las Maravillas del mundo' de Mandeville. Sin embargo, Jarque siempre sintió predilección por la obra grotesca, henchida de erotismo que nos legaron aquellos picapedreros góticos del taller de Pere Compte y Johan Ybarra, a quienes el Consell General de la ciudad de Valencia les había encomendado la construcción; 'picapedrers' que cantaban al sexo entre ángeles músicos.

La función de las gárgolas era -y es- proporcionar un desagüe ráìdo cuando las lluvias, de aquellas famosas tormentas de nuestros otoños, se precipitaban sobre los tejados que debían protegerse; mas lo útil se convirtió en motivo artístico y fue superior a la artesanía.

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Allí, en lo alto de la majestuosa Lonja de la Seda, proclamada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el 5 de diciembre de 1996, han quedado desde Sansón, venciendo a un león, a la mujer que se acaricia el sexo con deleite.

Figuras bien talladas, que soportan la historia de siglos protagonizada por mercaderes que trajinaron con lo que daba la tierra fértil, con intercambio de monedas y labores artesanales; con gastronomía agradecida por el amor de Dios y la promesa de rosarios por las benditas almas del Purgatorio. En aquel espacio atiborrado de gente, que trabajaba, malcomía y lo mismo rezaba que maldecía, iba surgiendo extrañamente el espléndido monumento de la Lonja de Valencia, cuyas gárgolas siguen asombrándonos y riéndose del atrevimiento que plasmaron mirando la vida.

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Las obscenidades y los sueños lúbricos con animales que parecen propios de un lienzo del Bosco, de La nave de los locos o de las Tablas del Diluvio, constituyen la temática dominante. No opinamos que simbolicen crítica del pecado; son el pecado expuesto con una cruda realidad, porque no lo consideraban causa para una condena entre fuegos y demonios, sino como una liberación carnal.

Las gárgolas valencianas se han reído de las bodas fastuosas de príncipes y princesas celebradas entre columnas de flores, frutos y velones; se han reído del boato, de las bendiciones, de los cortejos aristocráticos, de los torneos, de la horca para ajusticiados, que se colocaba como 'un quita y pon'.

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Las gárgolas de la Lonja han contemplado el mundo a través de un pueblo y han ido viviendo y envejeciendo, porque su piedra también se desgasta como nuestra piel. Gárgolas, pues, con cicatrices de existencia para ser fotografiadas.

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